jueves, 28 de mayo de 2009

De impugnaciones, proscripciones y otras yerbas


Hace un tiempo recibí en mi correo electrónico un "test" para saber si era racista. Había que responder si uno consideraba verdadera o falsa la afirmación acerca de que una de las causas de la crisis del empleo se debe a los bolivianos, chilenos, peruanos y a los bomberos. Unas líneas más abajo, el test sentenciaba: si usted se preguntó "qué tienen que ver los bomberos", es racista.

Hoy me estaba acordando de este test por varias razones. Una, porque su efectividad reside en el hecho de que corre el foco de la atención de un modo aparentemente inocente, de modo que se diluya la cuestión. Pero claro, la cuestión sigue ahí, y nuestra reacción hacia ella es lo que nos define.

Justo, justo, lo que pasó con las impugnaciones a algunos candidatos del PRO. En una conferencia de prensa en la que se sentaron juntos De Narváez, Macri y Solá (¡sí... lo juro, Solá también estaba y hasta habló!), dieron su interpretación de los hechos: se trataba de una proscripción. Pero, para los que tenemos buena memoria -o al menos hemos leído un poco sobre nuestra historia- una proscripción es otra cosa.

Lo que no dijeron fue que, además, hubo impugnados de otros partidos políticos, Frente para la Victoria y Acuerdo Cívico incluidos. Claro, prefirieron escudarse en que no se había impugnado a "los testimoniales". En todo caso, pidan impugnación para todos: es infantil pretender que el castigo a los demás libere a uno del que merece, y encima sentirse los únicos castigados... O por lo menos sean serios, y además de la conferencia de prensa hagan una denuncia formal ante el Fuero Electoral o, incluso, Penal. Pero no, prefirieron adherir a una forma de interpretar la moralidad que deberían haber superado hacia los 7 u 8 años.

Tampoco dijeron que las impugnaciones se debían a que los domicilios de las candidatas no coincidían con los distritos a los que aspiraban representar. Prefirieron deslizar el foco hacia una cuestión de género: "parece que las mujeres -dijo Macri, sin sonrojarse- se portan peor que los varones". Pero lo cierto es que los domicilios no coincidían. Rucci (quiero aclarar que me cae de maravillas... siento que nos identifican todas las cosas que comparten los de la misma generación, y seguramente todas las del mismo género) había cambiado su domicilio a la Ciudad de Buenos Aires "por tres meses", según la excusaron. ¿Sabrían que cuando uno cambia de domicilio, el cambio no tiene fecha de vencimiento, sino que hay que volver a actualizarlo si uno vuelve al anterior?. Pero hubo algo que me preocupó más, y que ningún periodista presente repreguntó: la razón aducida fue que lo hizo para poder cobrar un subsidio. Me pregunto yo -que no soy periodista, pero soy ciudadana- ¿de qué subsidio se trataba? ¿Cambiar de domicilio para poder cobrarlo fue una maniobra ilícita o ilegítima? Parece, al menos, poco ética... Seguramente Claudia estará ansiosa por aclararlo.

¿Y Majdalani? Esa chica me suena... me suena... y claro, me suena por algo más que por este "incidente menor" del domicilio. El año pasado tuvo su rato de fama cuando la sorprendieron votando por un compañero que no estaba en el recinto. Ante el escándalo (otra vez) fue Macri quien la disculpó: esto es habitual en la legislatura. ¿Creerá el compañero (perdón, compañero no) Macri que la habitualidad valida la conducta? Si así fuera, dejemos de perseguir a los chorros. ¿Exagero con la comparación? No sé... quizás sí... quizás no: estas damas y caballeros, si obtienen ilegítimamente bancas, son -lisa y llanamente- chorros.

Vuelvo al test del principio. Quizás el problema esté en que seguimos preguntándonos qué tiene que ver el bombero... quizás el problema sea que seguimos sin poder ver el fondo de la cuestión.