miércoles, 10 de junio de 2009

Luces y sombras de una sentencia


Condenan a 15 años de cárcel al cura Julio Grassi, pero no queda detenido

El tribunal de Morón lo encontró culpable de "abuso sexual" en por lo menos dos casos. Y consideró que el delito se vio agravado por ser un sacerdote encargado de la guarda. Seguirá en libertad hasta que la sentencia quede firme. (Anticipo publicado a las 14:40 hs en http://www.clarin.com/diario/2009/06/10/um/m-01936467.htm)


Fue el juicio oral más largo del que se tenga referencia en los Tribunales de Morón. Y fue un juicio de asimetrías: de un lado, el poder y el prestigio de un sacerdote mediático, mimado por no pocos periodistas y políticos; del otro, un grupo de jóvenes con una historia de abandono en común. Un juicio donde los silenciados fueron escuchados; y quienes vociferaban no lograron aturdirlos ni ensordecernos. Un juicio donde la sordidez de la pobreza no fue victimizada, y donde la violación de la responsabilidad de cuidado del otro fue un agravante tenido en cuenta. Un juicio donde el culpable fue declarado culpable, y los inocentes fueron reconocidos en su inocencia.

Sin embargo, es un juicio con sombras: quien violó, se abusó, pervirtió, atemorizó, podrá seguir en contacto con aquellos a los que violó, abusó, pervirtió, atemorizó. Como si la presencia obligada de otro eclipsara su propia presencia, como si su sólo estar no continuara la violación, el abuso, la perversión y la atemorización.


Un juicio en el que los 15 años se parecen mucho a la Justicia. Pero no alcanza.

Grassi fue condenado sólo por uno de los casos; para los otros dos denunciantes no hay -todavía- justicia. Los hechos -dicen- no fueron debidamente acreditados.

Grassi sigue al frente de la fundación mientras no esté encarcelado, ya que su sentencia aún no está firme. ¿Qué se necesita para garantizar que los niños puedan estar seguros, cuidados, felices? No es cosa que a los otros responsables pareciera importarles demasiado.


Grassi no puede, no debe, estar en contacto con los niños. Sin embargo, legalmente, todavía nada se lo impide. Y quienes deberían velar por los niños que estuvieron bajo su tutela, al parecer tampoco lo harán.