viernes, 15 de junio de 2012

Malvinas. Historia de la lucha por su recuperación


La presentación de nuestra Presidenta ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, amerita que hagamos un poco de historia para recordar que estuvimos a punto de recuperar la soberanía sobre ellas, y cómo fue que la perdimos. Oportunidad que  hoy luchamos por recobrar.




Veamos: el 9 de enero de 1999 el Diario Hoy de la Plata publicó una nota, que tituló “En 1974 hubo otra propuesta para devolver las Islas Malvinas al país”.





Copio texto de la nota para su mejor lectura:



En 1974 Gran Bretaña propuso a la Argentina devolverle las Malvinas previa institución de un condominio de 25 años para la explotación conjunta de los recursos de las islas, es decir que en este 1999 la bandera celeste y blanca hubiese vuelto a flamear soberana sobre el archipiélago.

El general Juan Domingo Perón, por ese entonces en su tercera presidencia, estaba decidido a aceptar esa propuesta británica, pero su fallecimiento frustró las negociaciones que, por cierto, hubieran cambiado radicalmente el eje de la sangrienta historia que envolvió a las Malvinas en 1982.

María Martínez de Perón, quien sucedió a su difunto esposo en la Casa Rosada, dudaba sobre la conveniencia de acordar un condominio, pero fue José López Rega, su influyente ministro de Bienestar Social, quien terminó por desechar de plano el ofrecimiento del Gobierno de Londres.

La información fue suministrada a una agencia de noticias por funcionarios retirados del Servicio Exterior, quienes –con expreso pedido de no divulgar sus identidades- revelaron datos de aquellas negociaciones que les confió hace un cuarto de siglo el entonces canciller Alberto Vignes.



La propuesta paso a paso

La mañana del 8 de mayo de 1974 el embajador británico en la Argentina James Hutton entrevistó a Vignes en el Palacio San Martín y le comunicó la propuesta de su gobierno de acordar un condominio de 25 años sobre las islas como paso previo al reconocimiento de la soberanía argentina.

El ofrecimiento estaba contenido en un documento semioficial (“non paper”), es decir sin el clásico membrete, pero identificado con las siglas y el escudo del Foreing Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña), precisaron los ex diplomáticos consultados.

Esa misma tarde, Vignes comunicó la novedad al presidente Perón, quien se entusiasmó con el ofrecimiento, por lo cual le ordenó al canciller que convocara a un grupo de diplomáticos de “absoluta confianza” para iniciar las tratativas tendientes a la aceptación de la propuesta.

El ministro le manifestó su temor de que aceptar la exigencia británica de un condominio de 25 años, como requisito para el reconocimiento de la soberanía argentina, podría generar descontento en la población, especialmente, en los sectores más nacionalistas de las fuerzas armadas. Los informantes indicaron, al r e c o r d a r comentarios de Vignes sobre esa reunión, que Perón le dijo más o menos lo siguiente: “usted preocúpese de que esa propuesta avance. De los muchachos me encargo yo, les diré que ya tenemos una “pata” adentro y sin derramar sangre de argentinos”.

A fines de mayo de 1974 murió Hutton, quien fue inhumado en el cementerio británico de La Chacarita, de Capital Federal, y el 1º de julio siguiente falleció Perón, por lo que las tratativas entre los funcionarios de la Cancillería y de la embajada británica quedaron m o m e n t á n e a m e n t e suspendidas.

En setiembre de ese año el nuevo embajador británico Dereck Ash presentó sus cartas credenciales a la presidente María Martínez de Perón, oportunidad en la cual eldiplomático comunicó que el Gobierno de Londres “aún aguardaba” una respuesta argentina sobre aquella propuesta. Ante Vignes, presente en la audiencia como establece el protocolo diplomático, la viuda de Perón le respondió que “el general estaba de acuerdo, pero yo no soy mi marido”, aunque tranquilizó al embajador británico diciéndole que el Gobierno argentino no tenía todavía “una respuesta definitiva”.

Dos semanas después, por expresas indicaciones de la presidente Perón, el canciller Vignes informó en una reunión de ministros sobre el ofrecimiento británico, pero López Rega lo interrumpió para decir, en tono tajante, que “los ingleses se dejen de joder, o entregan todo o no entregan nada”.

Nunca más en las reuniones del gabinete nacional de aquella administración peronista se volvió a mencionar la propuesta británica y el embajador Ash tuvo que conformarse con respuestas dilatorias del canciller Vignes, por lo que esas tratativas entraron definitivamente en un punto muerto.

La propuesta británica no llegó a buen puerto por la resistencia de los kelpers.

Hasta aquí, la transcripción del artículo.



Para poner lo leído en contexto vamos a poner en consideración el hecho de que una de las tradiciones que ha seguido nuestra política exterior tiene que ver, justamente, con el reclamo por la soberanía sobre las Islas. Y no podemos dejar de señalar que los principales logros diplomáticos en relación con este reclamo se alcanzaron durante los únicos gobiernos civiles electos que hubo entre 1945 y 1976: el reconocimiento de la soberanía arrebatada en las primeras asambleas generales de la ONU en 1945/46, las Resoluciones 1.514 (1960) y 2.065 (1965) y la propuesta británica de condominio sobre las islas (1974). Cabe también señalar que todos ellos fueron derrocados por las Fuerzas Armadas en alianza con el poder económico y aliados civiles: Perón, Frondizi, Illia, y nuevamente Perón.










Vamos a agregar algunos datos a los del artículo con que iniciamos esta lectura.






Por ejemplo, vale la pena acotar que, entre otros puntos, el acuerdo de 1974 proponía que las banderas de Gran Bretaña y Argentina fueran "enarboladas juntas" en tierra malvinense, que allí convivieran el inglés y el castellano como idiomas oficiales, la doble ciudadanía para los isleños, y que el gobernador de las islas fuera "designado de manera alternada por la Reina y el presidente argentino".






Otro punto del artículo sobre el que se pueden agregar más datos es que, si bien durante el gobierno de Isabel Martínez, viuda de Perón, se desistió de las negociaciones, un documento del 20 de diciembre de 1974 revela que al menos hasta ese momento el proyecto estaba todavía en la agenda argentina y británica. El texto consiste en una versión en castellano de otro non-paper británico, firmada y sellada por el Departamento de traducciones de la Cancillería argentina.




También podemos considerar que,  a pesar de los exabruptos –o en razón de ellos- de López Rega y la indecisión de Isabel Martínez, fueron los ingleses quienes suspendieron las negociaciones. Según cuenta Ortiz de Rozas  “los ingleses se dieron cuenta de que sin Perón la iniciativa no iba a ningún lado, y retiraron la propuesta”.





¿Quién es Ortiz de Rozas? Se trata de una de las pocas personas que puede contar a ciencia cierta qué ocurrió. Fue embajador en Gran Bretaña, Austria, Francia y Estados Unidos; presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y jefe de la misión para las negociaciones con Chile bajo la mediación del Papa Juan Pablo II. De hecho, intervino en distintas negociaciones confidenciales sobre las Islas Malvinas, algunas de las cuales llegó a revelar en su libro “Confidencias diplomáticas”, editado en junio de 2011.




Ortiz de Rozas estaba cumpliendo funciones en la ONU cuando Vignes le contó de la propuesta británica de condominio y le entregó una copia del non-paper. Según sus propias palabras en una entrevista al Diario La Nación, “me confió que Perón lehabía expresado: Aceptemos. Una vez que pongamos pie en las Malvinas no nossaca nadie, y poco tiempo después la soberanía será argentina por completo”.


Claro que Perón falleció el 1 de julio de 1974, y el gobierno de su sucesora, Isabel Martínez, pronto se sumiría en serios conflictos políticos internos. Y si bien ni Argentina ni Gran Bretaña volvieron a dar señales con respecto al condominio, la brecha se amplió después del golpe de Estado de la Junta Militar y la instauración de su dictadura, cuando empezó a tomar fuerza el camino bélico.

Ortiz de Rozas estaba en la embajada argentina en Londres cuando, en la madrugada del 2 de abril de 1982, se conoció el desembarco argentino en Malvinas. En la misma entrevista a La Nación relata: "Apenas me enteré, supe que el trabajo de años se venía abajo. Lo único que logró Galtieri fue darle la oportunidad a Margaret Tatcher de no ser eyectada del gobierno británico”.
      







"Además de trágico, el de la guerra fue un camino equivocado, porque se habían dado pasos concretos para resolver el problema de la soberanía por la vía pacífica", reflexiona.
Y en ese punto de la entrevista es cuando recuerda un hecho que da cuenta de cuán cerca estuvimos de recuperar la Soberanía de las Islas: "En 1966 Henry Hohler, subsecretario del Foreign Office para Asuntos de América del Sur, me invitó a un restaurante muy bueno de Londres y en términos confidenciales me informó que las islas ya no tenían el valor estratégico de antaño y que tarde o temprano iban a integrarse con Argentina. Me recomendaron hacer lo posible para conquistar la mente y el corazón de los isleños".
Si tenemos en cuenta esta reunión de 1966, y la propuesta que le acercaron a Perón en 1974, no caben dudas: el gobierno británico quería sacarse de encima a Malvinas. Y la Argentina había estado aprovechando la oportunidad para recobrar su soberanía sobre ellas: los malvinenses solían visitar con frecuencia la Argentina Continental para hacer compras, paseos turísticos, asistir a hospitales para recibir una asistencia de mayor calidad y mejor tecnología a la que podían acceder en las islas, estudiar en colegios y universidades; e incluso se instalaban instituciones nacionales en las islas y maestros argentinos enseñaban en susescuelas.

Mientras que de un lado estaban quienes llevaban estas negociaciones, actuando permanentemente condicionados por los sectores nacionalistas más recalcitrantes -civiles y militares-, del otro lado quedaban los que tuvieron la responsabilidad histórica por el desastre de 1982, junto con los jefes militares que consideraban agotadas las vías de la negociación y echaron por la borda todos los avances que se habían logrado: Nicanor Costa Méndez y Roberto Alemann, canciller y Ministro de Economía de la dictadura presidida por Galtieri.



A partir de las palabras del ya citado Ortiz de Rozas, queda claro que es con ellos que fracasaron las estrategias de conquista: "Incluso en febrero de 1982, días antes de la guerra, en las rondas de la ONU se discutió la posibilidad de un retroarriendo, para que los ingleses se comprometieran a administrar las Malvinas por un determinado número de generaciones y luego cedieran la soberanía”. Es evidente que el desembarco del 2 de abril de 1982 no fue, entonces, un error político en las estrategias de recuperación. Fue, simplemente, una acción criminal dirigida a otros fines, que nada tenían que ver con la soberanía sobre las Islas. Una acción criminal cuyas consecuencias todavía estamos pagando, y en estos días, frente al Comité de Descolonización de laONU, están intentando compensarse.



Justamente una de las consecuencias que estamos pagando es que, en materia de soberanía, se logró menos en relación con Malvinas en los últimos treinta años que en los primeros treinta. En aquellos primeros treinta años se estaban dando pasos que iban construyendo un sentimiento en los isleños de que la integración con Argentina era más conveniente para sus intereses que la tutela negligente que recibían de la Corona.  Por eso es que la referencia histórica sobre los reclamos sigue siendo la línea Perón-Frondizi-Illia, que se quebró en abril de 1982.
No hubo, en cambio, una línea Alfonsín-Menem-Kirchner que pudiera romper la marca que dejó la Resolución 502 del 3 de abril de 1982, que señaló a la Argentina como país agresor.
Por eso, la última frase del artículo publicado por el diario Hoy en 1999 –“La propuesta británica no llegó a buen puerto por la resistencia de los kelpers” puede ser, contextualizada en el momento histórico al que se refiere, inexacta. Pero sí podríamos leerla como una consecuencia no buscada del derrotero al que nos sometió la Dictadura. Una más.

Esperemos estar escribiendo otra historia.