miércoles, 14 de agosto de 2013

No nos olvidemos de Carrera


 
Por Viviana Taylor

 
La mañana del 26 de enero de 2006 amanecimos con el impactante relato de una loca carrera que había terminado con la vida de un niño, su madre y otra mujer.

La historia de lo ocurrido, como en tantas otras, puede ir diluyéndose progresivamente, hasta que –finalmente- ya poco quede por recordar. Pero, en este caso, bien vale la pena hacer un esfuerzo, porque los detalles son los que cuentan.

 
Cerca de las 13 hs, un militar y su hijo adolescente salían de una sucursal de la Banca Nazionale del Lavoro en Morón, de donde habían sacado dinero en efectivo. Al parecer, fue desde allí que los siguieron dos ladrones –en un Peugeot 205 blanco- hasta Villa Lugano. Cuando el militar y su hijo bajaron de su propio auto fueron sorprendidos por los ladrones, con quienes forcejearon, y el militar declaró que durante ese forcejeo le disparó a uno de ellos desde una corta distancia aunque erró, y que cuando quiso volver a hacerlo se le trabó el arma. Ante la amenaza de que iban a matar a su hijo, les entregó el dinero: los ladrones volvieron a subir al Peugeot 205 blanco y huyeron.

En ese momento, el sobrino del militar (estaban frente a la casa de su hermana) salió a la calle y le ofreció a su tío salir a perseguirlos: se subieron nuevamente al auto, y los siguieron a toda velocidad.

Mientras tanto, algunos vecinos ya habían alertado a la policía de lo que estaba ocurriendo, de modo que llegaron a la zona varios patrulleros de la Comisaría 52.

Por celular, su hermana se comunicó con el militar para preguntarle por dónde estaban, y le comunicó a los policías que iban hacia Pompeya, quienes a su vez avisaron a las Comisarías 34 y 36.

Fue justamente en Villa Lugano donde el militar y su sobrino perdieron de vista el auto con los ladrones a los que perseguían. Pero minutos después, un policía dijo haberlo visto muy cerca del Puente Uriburu, que une a la Ciudad de Buenos Aires con el Partido de Lanús. Fue por este aviso que la policía cerró el acceso al puente para evitar su huida hacia la Provincia de Buenos Aires.

Según se contó en los medios, versión que reprodujeron de la que les dio la policía, en ese lapso uno de los ladrones se bajó del vehículo con el dinero. Este no fue un hecho que constataron sino uno que supusieron, ya que cuando volvieron a verlo sólo estaba el conductor, y cuando revisaron al automóvil no había rastros de lo robado.


También, según cuentan estas mismas versiones, en ese momento el ladrón que había quedado en el vehículo dobló de contramano por la avenida Sáenz, hacia la estación del tren, y pisó a fondo el acelerador. A más de 100 km/h de contramano- pasó un semáforo en rojo e intentó hacer lo mismo con otro, en el cruce de la Avenida Sáenz y Esquiú, frente a la Basílica que está en el barrio de Pompeya. En ese cruce atropelló a un grupo de personas, provocando la muerte de un niño de 6 años, su madre y otra mujer, hiriendo a una mujer embarazada, y dejando en plena crisis de nervios a la abuela del niño y a la hija de la mujer embarazada. Después chocó contra una Renault Kangoo en la que viajaban dos hombres de nacionalidad coreana –que también quedaron heridos-  y fue por esto que la policía pudo alcanzarlo.
 


Según cuentan las versiones, el ladrón quedó atrapado dentro del coche, y se produjo un tiroteo entre él y tres policías que lo venían persiguiendo en un Renault 9. El ladrón quedó gravemente herido por un disparo en el pecho (luego se constató que fueron ocho) y otro en la cara. Eran las 13:50 hs del martes 25 de enero de 2005.
 

Fernando Carrera se enteró de que estaba detenido y había sido acusado de este crimen cuando se despertó en el hospital. Y en el año 2007 fue condenado a 30 años de prisión, condena que cumplía en Marcos Paz.

 

Pero la historia no terminó allí: Carrera juró y perjuró que era inocente. El cineasta Enrique Piñeyro se interesó por su causa y logró reunir evidencias suficientes para probar no solamente que su condena había sido injusta, sino que no se debía a un error dado que la causa había sido deliberadamente armada para condenarlo. Con estas pruebas armó un relato que se plasmó en su documental El Rati Horror Show.

El escándalo que provocó la aparición de este documental tuvo mucho que ver en la revocación de la sentencia, que se logró el 5 de junio de 2012, por la cual la Suprema Corte de Justicia de la Nación anuló la sentencia a 30 años de prisión, y ordenó revisar el caso.

Los jueces Ricardo Lorenzetti, Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda y Eugenio Zaffaroni habían admitido el recurso de queja extraordinario, señalando que los damnificados  por el robo (que, no olvidemos, habían forcejeado con los ladrones, a quienes tuvieron cara a cara) no reconocieron a Carrera ni al arma que le secuestraron. La defensa argumentó, además, que el arma no había sido secuestrada, sino plantada: argumento que queda reforzado por el hecho de que no se pudo constatar ningún otro disparo además de los que realizó la policía. El tan mentado tiroteo nunca existió: todos los disparos provinieron del mismo lado.

Los magistrados también objetaron que esté probada “la existencia de sirenas durante la persecución policial y que (el acusado) condujo el vehículo en pleno control como también que disparó contra las fuerzas policiales y tuvo en su poder el arma secuestrada”. En la persecución Carrera recibió un disparo en la cara, según detalla el texto del voto de Zaffaroni: esto podría haberle afectado la conciencia, perturbando “su senso-percepción y en particular su juicio crítico, su atención y fijación”. Lo que explicaría que optara por huir, ante el temor de ser asesinado.

Además, el auto con el que circulaba Carrera resultó ser de una marca distinta a la del que venían persiguiendo, algo que también observó Zaffaroni.

Por su parte, la entonces ministra de Seguridad Nilda Garré, decidió revocar los sobreseimientos administrativos que beneficiaban a los oficiales implicados.

 

 
Ahora resulta que la historia, no terminó. Y no es que sigue abierta porque los culpables del robo, los heridos y los muertos no fueron identificados. No terminó porque la Sala III de Casación Penal, integrada por los jueces Mariano Borinsky, Liliana Catucci y Ana María Figueroa, volvió a considerar a que Carreras fue autor de aquel hecho, encontrándolo culpable por "tres homicidios culposos agravados por haber sido ocasionado por la conducción imprudente de un vehículo automotor y la cantidad de víctimas, lesiones culposas, portación ilegítima de arma de guerra y robo con armas". Los camaristas Borinsky y Figueroa votaron por condenarlo a 15 años; Catucci propuso una condena de 20 años, de modo que Carrera podría volver a prisión con una condena a 15 años si el fallo queda firme.
 

La defensa ya anticipó que presentará un recurso extraordinario ante la Corte. Su versión es que Carrera escapó pensando que lo seguían ladrones -los policías no estaban identificados-, que la sirena no se escuchó en medio del tráfico de Pompeya, que le plantaron un arma y que recibió un tiro mientras conducía que lo dejó inconsciente al frente de un auto sin control. Sobre el nuevo fallo de Casación.

Por su parte, Enrique Piñeyro insistió en que la causa fue "armada" por efectivos de la comisaría 34 y anunció que denunciará a los jueces que condenaron a Carrera por la manipulación de la prueba.

 

En caso de que la condena quede firme, y la Corte Suprema no se juegue en declararlo inocente –como estuvo en su poder hacerlo y prefirió la tibieza de pedir la revisión de la sentencia- esta es una de las ocasiones en que se debería apelar al indulto presidencial. No es esta una justicia que hace Justicia.

 

Por Viviana Taylor