domingo, 10 de marzo de 2013

La Fe de los Conversos


En memoria del Comandante Chávez

Un relato sobre su vida

 

Por Viviana Taylor

  

Con un especial agradecimiento a Ezequiel Cena,
sin cuya obstinada insistencia
para que escribiera sobre Chávez
jamás me habría animado a hacerlo.

 

 

Oración al Chávez nuestro

 

Chávez nuestro que estás en la cárcel,

santificado sea tu golpe,

venga (vengar) a nosotros, tu pueblo,

hágase tu voluntad,

la de Venezuela,

la de tu ejército,

danos hoy la confianza ya perdida,

y no perdones a los traidores,

así como tampoco perdonaremos

a los que te aprehendieron.

Sálvanos de tanta corrupción

y líbranos de Carlos Andrés Pérez.

Amén.

 

Oración entregada por un caraqueño anónimo

a Hugo Chávez en la cárcel de San Carlos,

poco después de haber sido encarcelado en 1992.

 


No quería escribir sobre Hugo Chávez. Todavía me siento conmocionada por su enfermedad, su prematura muerte, el dolor de su pueblo. Conmocionada por mi propio dolor, que vivo como de prestado. Como una intrusa de la pena y el llanto.

Y es que yo no soy una de esas chavistas de la primera hora. De hecho, al principio de los principios se me había pasado bastante inadvertido. No era para mí más que un aspirante a dictadorcillo del Caribe. Comencé a prestarle atención -con bastante desconfianza y desagrado- cuando llegó al gobierno. Y es que, así como no soy una chavista de la primera hora, sí soy una más de esa generación cuya adolescencia atravesó la dictadura, dejando marcas y matrices de interpretación. Matrices que hace décadas que lucho por concientizar para liberarme de ellas. Y este militar, liderando una revolución en un país caribeño, era justo lo que daba de lleno en mis cicatrices para provocarme escalofríos. De los feos.

 

Y es que –claro- la rebelión encabezada por los oficiales a la orden del Chávez se produjo exactamente cuando América Latina estaba saliendo de las dictaduras militares y del Plan Cóndor, ese siniestro plan diseñado por EE.UU. para coordinar la brutal represión que los gobiernos dictatoriales de América Latina gestionaban casi por su mandato contra los movimientos revolucionarios de la región. Era raro, para una latinoamericana como yo, imaginarse a un militar liderando una revolución popular. Pero más tarde que temprano descubriría que, a pesar de mi su suspicacia, era justo eso lo que estaba haciendo.

 

Una de las primeras cosas que me llamó la atención es que esas particularidades tan distintivas de Chávez, eran compartidas por casi todos los hombres que lo rodearon desde aquellos tiempos inaugurales. Todos -Chávez incluido- son un poco místicos, un poco poetas, todos románticos soñadores. Todos son grandes lectores, amantes de la historia, y están ligados de alguna manera a la tierra: o por indios, o por campesinos, o por chamanes. Algunos por todo eso, todo junto y entramado. Son todos hombres especiales. Y cada uno lo es a su modo.

Uno de ellos es Tarek William Saab, actual gobernador de Anzoátegui (elegido en 2004 y reelegido en 2008) hasta la proclamación de Istúriz este próximo 14 de marzo. Saab sostiene que Chávez tuvo siempre la intuición de que el Movimiento que estaba creando debía ser un proyecto cívico-militar, y que trabajó arduamente para que se comprendiera la trascendencia de esta doble naturaleza.

Chávez estaba convencido de que el papel de los militares es fundamental para el progreso social: sin militares patriotas no se puede sostener un proyecto bolivariano. Son la garantía de la victoria, porque son atípicos: las clases populares de Venezuela –a diferencia de lo que sucedió en otros países de América Latina, donde sólo accedía una elite- tuvieron acceso a la Fuerza Armada Nacional (FAN). Y veía en esto la razón por la que había logrado prender  en ella el nacionalismo bolivariano, un concepto de soberanía que antes no existía, con un sentido de clase y una concepción populares. Una conciencia de clase que les permitió –aún pasando por las escuelas norteamericanas- mantener un concepto nacionalista de su deber.

 

¿Pero cómo llegó Chávez a ser este Chávez?

Adán Chávez Frías, su hermano mayor, cuenta que su adorada abuela Rosa Inés les contaba historias de la Guerra Federal, de cuando era niña. Y las historias de Zamora que su propia madre le había contado. Adán sospecha que esas historias los marcaron a ambos. Parece que la abuela insufló de romanticismo nacionalista esas mentes de niños impresionables.

Sin embargo, cree recordar que el primer contacto con Bolívar fue más tardío: recién en el liceo. En la Academia, Hugo conoció al General Jacinto Pérez Arcay, un importante maestro e historiador, que influyó profundamente en su pensamiento bolivariano. Así que no fue extraño que ya en la universidad, a Lenin y Marx -que estudiaban juntos, ya que Adán adhería al comunismo- Hugo insistiese en que debían ser complementadas con el estudio de los próceres nacionales,  y manifestara su  predilección por Bolívar.

Si bien acuerdo en que estos deben haber sido los fundamentos de su pensamiento, creo que no alcanzan para explicar su paso a la acción.

Tuvo que haber un hecho de toque. Una experiencia crucial que lo empujara a cambiar ya no su forma de pensar el mundo, sino el modo de posicionarse y actuar en él.

Me atrevo a sospechar que esa experiencia crucial llegó cuando cayó en sus manos Maisanta, el último hombre a caballo, la novela de José León Tapia publicada en 1974. Esa novela tuvo que haberlo marcado en lo más profundo de su identidad, porque fue a través de ella que pudo rescatar la imagen de su bisabuelo. Según el relato de la historia oficial, oligárquica, su bisabuelo había sido un asesino. Hugo, gracias a esta novela, transmutó su linaje: descubrió que no descendía de una casta de asesinos, sino de una de héroes.


Sus lecturas, su pensamiento, su sentir, y la experiencia novedosa de saberse de una casta de héroes, inevitablemente iban a conjugarse de modo de provocar un distanciamiento de la corrupción y los desmanes de la cúpula militar.

Quizás el primer hecho que lo impactó fue el haber presenciado el maltrato a unos campesinos, cuando estaba destacado en una guarnición del oriente del país, y llegaron unos oficiales con dos o tres campesinos presos, a los que acusaban de ser guerrilleros. Los golpearon tan brutalmente, que Chávez intervino para impedir que continuaran, lo que le valió una reprimenda de sus superiores.

Sin dudas, su experiencia con los indios yaruros y los cuivas haya sido otro impacto. El propio Chávez contó que llegó a involucrarse con sus dolores y a quererlos, a vivir con ellos experiencias terribles y hermosísimas. Y que si bien sabía que toda la vida habían sido atropellados, no había tomado conciencia real hasta que fue capitán en su territorio, viviendo a su lado.

De hecho, el primer encuentro con los indios terminó en una gran batalla en la ribera del Caño Caribe, en Apure, cerca de la frontera con Colombia.

Según su relato, era común que los terratenientes acudieran al escuadrón a denunciar a los indios, y que el cura del lugar le había advertido que hasta hacía no más de veinte años esos mismos hombres salían a cazar indios para matarlos si no lograban echarlos de las tierras. Pero que un día se condolió con una señora muy pobre que los acusó de robarle dos cochinos, así que decidió ir a ver qué pasaba. Juntó unos 15 soldados y salió. Lo primero que le impactó es que descubrió que eran expertos en cacería de indios: sabían olerlos, seguir sus rastros y conocían bien sus tácticas de defensa y ataque. Cuando los divisaron, y los indios se dispersaron, tal como habían anticipado no pudieron alcanzarlos. Sin embargo, sí le dieron alcance a una mujer que, con un niño en brazos y un cuchillo en su otra mano, hacía esfuerzos por no ahogarse en el Caño Caribe, que estaba intentando cruzar. Mientras él se desesperando gritando “se va a ahogar”, el baqueano le gritaba “Capitán, dispárele”. El propio Chávez dice que ese día lo sacudieron dos cosas: la respuesta de los indios al verlo uniformados, que se defendieron y huyeron como si hubiesen visto al demonio, y la reacción de “mátelos que son animales” de su gente. Y estuvo varios días reflexionando sobre eso.

Mientras contaba esto, volvía a sorprenderse de que todavía sucedan estas cosas. Que aún es costumbre que la gente hable de “indios y racionales” para dar cuenta de la diferencia con el blanco. Y que es una expresión que está extendida aún entre la gente humilde, pobre y campesina.

 

Y así, la indignación, el pensamiento y la acción se conjugaron. Chávez se preguntó qué hacer para cambiar semejante situación, para cambiar la estructura social salvaje y excluyente, profundamente enraizada en la sociedad rural venezolana. Y así fue como terminó en la biblioteca de San Fernando de Apure, en la Oficina Regional de Asuntos Indígenas, para estudiar la población indígena y ubicar en un mapa dónde vivían. Se contactó con una socióloga de la Universidad Central de Venezuela –Arelis Sumávila, de quien se hizo amigo- que llevaba unos veinte años estudiando a los cuivas y a los yaruros. Se dejó crecer el cabello, y se fueron juntos de expedición a visitar a los indios, vestido de civil, y presentándose como estudiantes.

Durante varios días vivió con los indios, tratando de entender su mundo, haciéndose amigo. Y a las dos semanas regresó, uniformado. Después de los resquemores iniciales, pudieron sentarse a hablar. Y así comenzó un proceso de acercamiento que Chávez recordaba como “de adoración mutua”.

Años después, dos jóvenes capitanes indios estaban en Caracas el 4 de febrero de 1992, con Arelis. Cuando transmitieron la alocución de Chávez por televisión, uno de ellos se puso a llorar, diciendo: “Ese es Chivas Frías –nunca habían logrado pronunciar Chávez-. Yo sabía, yo sabía…

 
¿Cómo fue que estos primeros pasajes de la conciencia a la acción lo llevaron a ese 4 de febrero de 1992? ¿Qué pasó?

Adán Chávez cuenta que por ese entonces Hugo le hablaba de una nueva conciencia en la Fuerza Armada, de que los jóvenes como él eran diferentes, que tenían un pensamiento social y despreciaban a la milicia gorila, enquistada, corrupta, y cómplice de los políticos del puntofijismo –el régimen político instaurado entre 1958 y 1998, una época oscura para Venezuela caracterizada por las constantes violaciones a los derechos humanos-.

Hugo estaba convencido de que los cambios debían realizarse desde dentro, así que entre 1973 y 1974 propició encuentros y conversaciones con esos jóvenes progresistas, que se sentían en el deber de hacer algo para transformar el país.


Raúl Isaías Baduel, quien encabezó en 2002 la operación que restituyó en el poder a Hugo Chávez y hoy –por esos giros de la vida- cumple una condena de 8 años por un cargo de corrupción siendo Ministro de Defensa, era por aquellas épocas –y hasta poco antes de su encarcelamiento- un entrañable amigo de Chávez, con quien se llamaban mutuamente “papa”.

Baduel explica que veían que la cúpula de la Fuerza Armada, en vez de cumplir con el servicio a la Nación y al Estado, sacaba  enormes beneficios personales. Y que lo que más los indignaba es que esto se producía en un país muy rico en recursos naturales y con una población mayoritariamente pobre, a la que se traicionaba con demagogias y clientelismo. Y ya no querían ser cómplices.

Así que el 17 de diciembre de 1982, día en que se conmemoraba la muerte del Libertador Simón Bolívar, hicieron un juramento. Durante muchos años se creyó que los juramentados habían sido tres: Hugo Chávez, Felipe Acosta Carlez y Jesús Urdaneta Hernández. Incluso Chávez habló de “cuatro hombres de camuflaje, juramentados en Güere” en la canción que compuso en honor de Felipe Acosta cuando falleció –El corrío del catire Acosta-. Pero ni la Inteligencia pareció advertirlo. Lo del cuarto hombre se conoció recién en 1999, cuando Gabriel García Márquez entrevistó a Chávez en el avión vuelta a Caracas desde La Habana, y le preguntó sobre quién era el cuarto hombre. Chávez, simplemente, lo señaló a Baduel. Y Gabo sonrió.
 
 
 
Baduel puede haber sido un amigo entrañable. Pero su participación en la Revolución Bolivariana no fue consistente. A pesar del juramento, no participó de las acciones del 4 de febrero de 1992. Por una parte, porque según él mismo explicó, estaba en desacuerdo con la acción, que consideraba prematura. Y por otra parte, porque el proyecto político le parecía que no estaba definido. Y así fue como Baduel terminó no querido por nadie: para la jerarquía militar era un golpista; y para sus compañeros, un desertor.
Reconoce, en cambio, que Chávez siempre se mostró comprensivo: “Bueno, Papa, tú te quedas dentro de la institución, sobrevives y sobrevives”, cuenta que le dijo, dándole a entender que mantenía su confianza y que llegado el momento podría serle útil al movimiento. Y eso fue lo que Baduel hizo. Hasta que volvió a dejar de hacerlo.
Adán Chávez sostiene que ya desde 1985 se hablaba con mucha fuerza de la necesidad de un levantamiento cívico-militar para la toma del poder, aunque no había claridad respecto de cuál era el mejor momento.
 

 
El Caracazo, en 1989, fue aleccionador. Cuando se produjo la división del Partido de la Revolución Venezolana (PRV) Adán se quedó sin militancia política y sin partido, y recuerda que lo que muchos en su misma situación hicieron fue mantener contacto con los militares progresistas. Si bien hubo decepciones, divisiones y traiciones, luego comenzó la recuperación. Y en diciembre de 1991 Hugo le comentó que ya estaban consolidados dentro de la Fuerza Armada Nacional (FAN), así que la rebelión militar era inevitable.

Para Hugo Chávez, lo que ocurrió en febrero de 1992 no fue un golpe, sino un levantamiento militar. Los golpes, decía, los hacen los militares de la oligarquía que se niegan a cambiar el statu quo. Y esto era otra cosa: un alzamiento militar con la voluntad de transformar radicalmente las instituciones y darle el poder al pueblo.
 
Y llegó el 4 de febrero de 1992
Cuando el entonces presidente Carlos Andrés Pérez descendió a las 22:05 hs -del día 3 de febrero- del avión presidencial que lo traía de Davos, Suiza, se sorprendió al ver en la plataforma a su Ministro de Defensa, el General Fernando Ochoa Antich. El ministro lo informó sobre los rumores acerca de que se habrían producido algunos sospechosos movimientos de tropas, pero lo debe haber tranquilizado porque el presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la residencia presidencial de La Casona. Allí estaba cuando el mismo ministro lo despertó para informarle un levantamiento militar en Maracay. Evidentemente, Pérez no intuyó lo que se venía porque salió hacia Miraflores sólo escoltado por cuatro guardaespaldas civiles. Llegó a las 0:10 hs del 4 de febrero, y apenas minutos más tarde estallaron las primeras cargas de artillería.
Apenas llegó le informaron que el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histórico de La Planicie, y que no se trataba de una sorpresa. Que gracias a una delación las tropas leales al presidente esperaban a los rebeldes, y que desde horas de la tarde el General Ochoa Antich había ordenado detener y desarmar a todos los militares que se acercaran a una tropa que no les correspondía o que no pudieran justificar su presencia en batallones claves.
El presidente comprendió que su principal recurso era la televisión si quería revertir políticamente la acción a su favor y neutralizar cualquier apoyo que pudieran recibir los rebeldes. Se dirigió a los estudios de Venevisión para hablarle al país: “Se ha producido un golpe de Estado”- dijo. Y por años todos los medios repitieron lo mismo.
Doce horas después Chávez se rindió. Como en Aragua y en Valencia se seguía combatiendo y lo más urgente era evitar más derramamiento de sangre, se aceptó la propuesta de Chávez de hacer una alocución pública.
Adán recuerda que ese día, como a las tres de la mañana, lo llamó su hermano Argenis, que estaba en Caracas, para avisarle que escuchaba tiros y sirenas, y que Carlos Andrés Pérez estaba en la televisora. Se quedaron pendientes, y como a las cinco volvió a llamar para comentarle que un tal comandante Chávez estaba dirigiendo la rebelión. Argenis comenzó a angustiarse pensando si se trataría de Hugo.
A las siete de la mañana llegó a casa de Adán uno de los profesores de la universidad, para avisarle que en Radio Caracol de Colombia habían anunciado que Hugo estaba dirigiendo la rebelión. Aunque Adán no les confirmó nada hasta que Hugo salió en televisión, cerca de las once de la mañana, siempre supo de qué se trataba.
 
Ronald Blanco La Cruz, quien fue gobernador del Estado de Táchira entre 2000 y 2008, cuenta que cuando llegó la prensa uno de los almirantes le exigió a Chávez que escribiera lo que iba a decir. Chávez se negó y asumió la responsabilidad del movimiento.
 
 
Contrariamente a lo que imaginaron, la alocución de Chávez fue un triunfo político. Pocos días después de la sublevación, las encuestas revelaban que el 60% de la población lo apoyaba. Por eso muchos partidarios –e incluso algunos enemigos- creen que este discurso fue el primero de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República poco menos de nueve años después, y dos de cárcel mediante.
Todos coinciden en que la clave estuvo en dos palabras: por ahora.


Chávez fue llevado prisionero al cuartel de San Carlos, pero como iban cientos de personas por día a visitarlo, y estuvieron a punto de tumbar la cerca de alambre, lo trasladaron a  la prisión de Yare un mes o mes y medio después del levantamiento.


Baduel recuerda que como en abril o mayo de 1992, lo invitaron a una reunión para planificar un golpe para noviembre. En esa reunión les advirtió a los presentes que sospechaba que se trataba de una trampa: pensaba que el levantamiento estaba siendo propiciado por las mismas instancias del gobierno para acabar con los reductos rebeldes que habían quedado.
De hecho, sostiene que justamente la prueba de esta propiciación es que no intentaron apresarlos antes del 27 de noviembre, porque buscaban matarlos a todos. Y siente que el tiempo le dio la razón cuando denunció en la asamblea plenaria que había gente infiltrada: muchos de los allí presentes aparecieron en el bando contario durante intento de golpe al gobierno de Chávez en abril de 2002.
 
 
 
Con la policía atrás y con Hugo en la cárcel, ya desde mediados de 1992 habían comenzado a recorrer el país. El apoyo popular iba en aumento, los locales de reunión no daban abasto, y las muestras de solidaridad eran extraordinarias. Baduel dice que “uno sabía que la policía andaba por ahí, pero nos protegía el pueblo”.
Cuenta que fue ahí donde comenzó la historia  de las camisas y las boinas rojas, que al principio se usaban de manera casi clandestina, pero que luego haría furor durante la primera campaña presidencial, después de la salida de Yare.
Y que también allí comenzó la historia de los papelitos. Como en Yare se había buscado limitar la presencia de militares y amigos, su hermano Adán se transformó en correo. Llegaba los viernes a Caracas, se veía con ellos –generalmente en torno del Parque Central pero siempre en diferentes puntos porque sabían que la policía los seguía- y de allí iba a Yare, llevando los mensajes en papelitos enrollados dentro de lapiceras.
Incluso en una ocasión, aprovechando cuando Hugo estuvo en el Hospital Militar –cinco o seis meses antes de su salida definitiva- para operarse de una carnosidad en la vista, lograron introducir una cámara de televisión, por partes, y la armaron dentro. La periodista Laura Sánchez –después fallecería en un accidente- logró entrar haciéndose pasar por una prima y le realizó una entrevista.
Claro que los correítos en papeles enrollados dentro de lapiceras, la cámara desarmada y vuelta a armar, y las personas simulando ser otras no hubiesen sido posibles si los guardias no hubiesen querido hacer la vista gorda. Adán recuerda que la mayoría era muy amable y que, incluso, le pedían “Salude a mi comandante” y le mandaban ellos también papelitos cuando no podían verlo.
Ronald Blanco La Cruz aporta algo más al recuerdo de lo que se gestó en la cárcel: fue allí donde se comenzó a discutir con mucha seriedad el núcleo de lo que sería la Constituyente, con el aporte de mucha de la gente que lo visitaba. Fue allí donde estudiaron a fondo cuál sería la participación de la Fuerza Armada en el desarrollo social y cómo se incorporaría al proceso de cambio. Y fue allí donde Chávez escribió Cómo salir del laberinto, el libro que serviría como programa político del Movimiento Bolivariano.


El General (Re) Jacinto Pérez Arcay, su inspirador profesor en los años de la Academia, lo visitó a la salida de Yare y se impresionó por lo mucho que Chávez mencionaba a la muerte, en el sentido martiano, como sacrificio.
Por esos días Pérez Arcay afirmaba que mientras Chávez viviera sería un peligro para los mediocres, los ambiciosos y los oportunistas. Y que, sin ser un hombre perfecto, era –indiscutiblemente- un continuador coherente y lúcido del pensamiento de Bolívar. Por eso, su batalla principal no era contra la oligarquía nacional, sino que la gran batalla era contra el imperio. Pero para eso, todavía, faltaba.


Ya libre, Chávez comenzó una campaña para que la gente se abstuviera de votar en las próximas elecciones, alegando que era la mejor manera de demostrar que ya no se querían esas políticas económicas ni sociales.
En medio de un contexto marcado por el colapso de los partidos tradicionales, un creciente rechazo popular a las medidas políticas y económicas del gobierno, y con el apoyo de algunos políticos reconocidos,  Chávez decidió iniciar su propio movimiento político: el Partido Movimiento Quinta República (MVR). En diciembre de 1994 se reunió con Fidel Castro, y entre 1995 y 1997 recorrió Venezuela explicando su proyecto político.

 
Hugo Chávez asumió su primera presidencia el 2 de febrero de 1999, durante la cual se aprobó la nueva Constitución.

Fue durante su segundo período presidencial, entre 2001 y 2007, que tuvo que sortear una fuerte polarización como consecuencia de las nuevas políticas sociales y económicas, que lo obligó a atravesar un intento de golpe de Estado que casi le cuesta la vida.  En la noche del 11 de abril el presidente Chávez fue presionado por los militares que lideraban el golpe, quienes le exigían entregarse y renunciar, o atacarían el palacio presidencial, rodeado de civiles chavistas.

El entonces General de División Raúl Isaías Baduel cuenta que en una comunicación telefónica, en medio de los incidentes, Chávez le pidió “Papa, lo único que te pido, hermano, más que ordenártelo, es que ni tú ni la brigada se conviertan en factor de derramamiento de sangre de inocentes”. Cuando al poco rato salió la información de la supuesta renuncia del Presidente, Baduel intentó comunicarse nuevamente. Pero ya no pudo hacerlo.
  

 
 
En horas de la tarde, Pedro Carmona –presidente de Fedecámaras- se autojuramentó como presidente interino, y acto seguido derogó las leyes habilitantes, disolvió el Parlamento, el Tribunal Supremo de Justicia, la Fiscalía, la Defensoría del Pueblo, y se otorgó a sí mismo poderes por sobre la Constitución Nacional. Muchos de quienes se habían manifestado en oposición a Chávez le retiraron su apoyo, y los catorce jefes de Estado latinoamericanos que estaban reunidos en la XVI Cumbre de Río condenaron el golpe e instaron a Venezuela a volver al orden constitucional.

Colombia fue el único país latinoamericano que reconoció a Carmona como presidente. No llama la atención, dada su alineación con EE.UU. que, se sabría después, había participado activamente en el golpe. Por su parte, el Fondo Monetario Internacional no tardó en manifestar su apoyo y ofrecer sus buenos oficios. Quedaba claro que el foco del golpe estaba puesto en el interés por el petróleo venezolano y el enojo por el modo en que Chávez lo estaba usando.
 
 
 
 
Diosdado Cabello, entonces vicepresidente, había acordado con Chávez no estar juntos en Miraflores para no ser atrapados ambos. Años después, en una entrevista para el libro Chávez Nuestro, contó que a eso de las 23:30 hs Chávez lo llamó para asegurarse de que se encontraba a salvo y anunciarle que se iba a entregar para evitar más muertos. Le aseguró, además, que no iba a renunciar. Diosdado confesó que, al darse cuenta de que estaba todo planificado para que Chávez renunciara y así quitarse la responsabilidad de un golpe de estado, se puso a llorar de impotencia. Convertido en Presidente a partir de la falsa noticia de la renuncia de Chávez, durante casi dos días no se detuvo, buscando evadir a quienes lo buscaban. Llegó, incluso, a oir por radio que anunciaban su muerte. Su esposa le había hecho llegar por una vía segura el teléfono del periodista de la CNN Otto Nustald, que estaba en Venezuela, quien los había acompañado durante la primera campaña para la presidencia.
El diálogo es impactante. Cabello le dijo: “Mira Otto, soy yo, compadre, el Presidente de Venezuela. Chávez está secuestrado y a mí me van a tener que matar aquí”. “¿Tú quieres declarar eso para la CNN?” Nustald le dio otro número de teléfono y lo entrevistaron. Globovisión cometió el gravísimo error de encadenarse con CNN, sin sospechar que Diosdado Cabello podría aparecer por ahí, y casi toda Venezuela lo escuchó en directo diciendo que era el Presidente Constitucional, dado que Chávez estaba secuestrado, y que temía por su vida.
Los comandantes de unidades que habían escuchado el juramento de Carmona se dieron cuenta de que estaban frente a un golpe de estado, y presionaron al General Vázquez Velasco diciendo que si no actuaba, actuarían ellos. En una entrevista, Vázquez Velasco intentó salir del paso afirmando que había tratado de ubicar a Cabello para que se hiciera cargo de la transición, a lo que Cabello respondió que en Venezuela no habría transición sin Chávez, y que mientras lo mantuvieran secuestrado, el Presidente era él.

Carmona, sin poder hacerse cargo de lo que había generado, renunció. Y William Lara, presidente de la Asamblea Nacional, ratificó que si no estaba Chávez, el Presidente era Cabello.
Así comenzó una nueva odisea para Diosdado Cabello: tratar de llegar al Palacio de Miraflores desde el monte, donde estaba oculto. Es que resulta que el pueblo había bajado de los cerros y tenía cerrada la autopista con cerca de catorce barricadas, camiones, basura, palos. Habían armado un plan de defensa de forma totalmente espontánea, sin un líder, y reclamaban por el regreso de Chávez, dispuestos a lo que fuera.

Carlos Aguilera, quien viajaba con él, se asomaba por la ventanilla de un auto que habían conseguido y gritaba “Es Diosdado, llevo a Diosdado aquí. La gente pedía verlo, y él se asomaba anunciando que necesitaba llegar a Miraflores para recibir la vaina presidencial, y que Chávez ya venía.

Esas palabras eran como un “ábrete, Sésamo”. La gente quitaba la basura, los palos, lo que fuera.

En uno de esos retenes, se lo encuentran al General Chourio que venía a su encuentro en una ambulancia llena de escoltas. Envolvieron a Cabello en una sábana blindada y lo subieron a la ambulancia, en la que también venía Otto Neustald, para que filmara todo. La gente alrededor gritaba y lloraba de la emoción.
Diosdado Cabello fue presidente durante cinco horas y quince minutos. Entró a Miraflores a las 20:45hs y le entregó el gobierno a Chávez a las 3:00 hs.
 
 
 
 
Luis Reyes Reyes, quien fue gobernador del Estado de Lara durante tres períodos consecutivos y Ministro de Secretaría de la Presidencia de Chávez, especula que la única razón por la que no asesinaron a Hugo Chávez el 11 de abril de 2002, fue por temor al pueblo. Está seguro de que pensaron que era más fácil controlar al pueblo con un Chávez vivo, que con un Chávez muerto.

Hugo Chávez, por su parte, expresó que lo que más le dolió del golpe fueron los inocentes que cayeron frente al Palacio, abatidos por los francotiradores. Pero que los traidores le dolieron también.

En una entrevista que dio para el libro Chávez Nuestro recordó que Carlos Marx decía que a la revolución le hace falta el látigo de la contrarrevolución. Que el látigo duele, pero enseña si el dolor se transforma en fuerza.


En 2012 ganó nuevamente las elecciones presidenciales, por el 54% de los votos y con más de 10 puntos de diferencia sobre Capriles, iniciado su cuarto mandato presidencial –que nunca llegó a asumir-.
 
¿Qué tipo de política promovió Chávez durante sus presidencias?
Chávez parece haber estado siempre muy consciente de que la Revolución hay que conducirla a través de la relación directa con los pobres, atendiendo sus reclamos y dándoles garantías para que puedan tener al conocimiento –como fuente de independencia- y para que se liberen del triple yugo de la ignorancia, la tiranía y el vicio –como diría el Libertador Bolívar-.

Por eso su gobierno ha priorizado las misiones, que son la expresión más clara de su vínculo con el pueblo.
Para Luis Reyes Reyes, además, hay que considerar que para Chávez cada paso dado en lo social tiene que tener un sentido de política estratégica. Para él, la trascendencia de que la gente aprenda a leer y escribir está dada por el hecho de que la educación elitista fue el instrumento de la oligarquía para perpetuar el empobrecimiento intelectual y cultural de la población. Chávez estaba convencido de que no es posible transmitir una ideología revolucionaria si la gente no puede siquiera leer los preceptos de la doctrina de esa ideología: darle instrucción es vital para la revolución.
Entramado en esta red de significaciones, el concepto de Defensa Integral propiciado por Chávez se vuelve claro en su sentido estratégico. Chávez ha contado que este concepto fue inspirado por una reflexión de Fidel  Castro en Radio Habana Cuba  cuando ocurrió el golpe de Estado en Chile y la muerte de Allende: “Si cada trabajador, si cada obrero, hubiera tenido un fusil en sus manos, el golpe fascista chileno no se da”. Desde entonces, esas palabras se convirtieron en una consigan.
Su concepto de Defensa Integral se basa en tres ideas o ejes esenciales: el fortalecimiento de la Fuerza Armada, la unión cívico-militar y el movimiento popular. El concepto de Defensa Integral no hay que verlo desde la literalidad de que cada persona va a tener un fusil; sí reconoce la necesidad de preparar a los reservistas, enseñar al pueblo a defenderse, y adiestrarlo ante una situación difícil.
Chávez sentía que el peligro del acecho norteamericano está más presente que nunca, sobre todo a partir de sus conflictos con Iraq y el Medio Oriente, teniendo el petróleo venezolano tan cerca. Y los hechos parecerían darle la razón: los oficiales implicados en el golpe de Estado y comprometidos con la contrarrevolución estaban íntimamente conectados con la embajada y el gobierno norteamericanos. La mayoría de ellos se fue, y colaboró en mucho la decisión de sacar la Misión Militar norteamericana de Fuerte Tiuna, que fue respaldada por la mayoría de los oficiales: ellos fueron quienes diseñaron el proyecto de hacer allí una escuela y pensaron en la posibilidad de traer al lugar a los indios y pobres para que estudien y puedan disponer de los dormitorios. Es decir: una escuela-albergue para los más humildes.
Chávez creía que EE.UU. insistirá, y por eso instrumentó estrategias para que encuentre una gran resistencia dentro de la Fuerza Armada, sostenida en una gran fortaleza ideológica, doctrinaria y nacionalista.

Diosdado Cabello reflexiona que el petróleo venezolano, además de despertar la codicia de su vecino imperialista, debería darles prosperidad pero, en cambio, les ha traído codicia, desidia y miseria: los acostumbró a ser flojos y a depender sólo de él.

Venezuela se ha expresado varias veces frente al gobierno estadounidense en favor de promover relaciones bilaterales transparentes y respetuosas, sosteniendo ser un proveedor seguro: vende diariamente a EE.UU. 1,3 millón de barrilles de petróleo y existen en aquel país 14 mil estaciones de servicio que expenden gasolina producida por refinerías venezolanas. Sin embargo, EE.UU. –más brutal o más sutilmente- ha perseverado en destratar al gobierno venezolano y a la figura de Chávez en especial, lo que ha derivado en la expulsión de dos de sus diplomáticos apenas ocurrido su fallecimiento.
Esta es la raíz fundamental del discurso antineoliberal de Hugo Chávez, y el intento de buscar vías de crecimiento económico mixto de desarrollo social, donde participe el capital privado, pero atendiendo a un hecho incorporado a la Constitución: la no venta de PDVSA ni de las empresas básicas.

A este antineoliberalismo/antiimperialismo se le suma una visión del mundo pluripolar, de la integración de América Latina y el Caribe, de acercar el MerCoSur a la Comunidad Andina de Naciones, de enfrentarse al ALCA.

Asimismo, la percepción que se ha ido fortaleciendo a lo largo de los años es que el modo de construir en esta dirección va de la mano de la necesidad de democratización de un aparato mediático que se opone brutalmente al gobierno y sus políticas. La convicción es que los venezolanos han sido víctimas de un proceso de domesticación por parte de los medios de comunicación, que ha agredido la identidad de los países latinoamericanos y provocado una paulatina transculturación. Como forma de contrarrestarlo se ha promovido una vuelta a la identidad nacional, a los símbolos patrios, al folklore, las tradiciones, la defensa de la identidad venezolana con sus mitos, leyendas y sus héroes.
De algún modo, los mismos medios han contribuido a su propio desprestigio: la gente vio en ellos cómo derrocaron a Chávez el 11 de abril de 2002,  cómo los voceros estadounidenses lo festejaban abiertamente en todos los canales de televisión, y cómo los agregados militares de su embajada entraban a Fuerte Tiuna para reunirse con los golpistas. Por eso han acuñado la frase “cuando los medios mienten, las paredes hablan”.


En esta búsqueda de que el petróleo se traduzca en prosperidad y no en codicia, desde 2003 se han estado utilizando los ingresos petroleros para promover el desarrollo humano, a través de programas financiados por el Estado y conocidos como misiones sociales.

Estos programas, financiados por la PDVSA, están diseñados para cubrir las necesidades básicas de la población a través de programas que brindan acceso gratuito a servicios de salud, nutrición, educación, vivienda, capacitación laboral, entre otras áreas.

Las misiones sociales se han convertido rápidamente en un aspecto apreciado de la Revolución Bolivariana de Venezuela: son la bandera de la administración del presidente Hugo Chávez.
Las misiones se subdividen en tres grandes grupos:

1.     Las educativas, que van desde instruir analfabetas (Misión Robinson I), dar educación básica (Misión Robinson I), dar Educación Media (Misión Ribas) y dar a los beneficiados estudios universitarios (Misión Sucre), por lo tanto una misión educativa puede depender de otra.

2.     Las de aspectos alimentarios y servicios básicos, que van desde la dotación de zonas de pobreza de ambulatorios eficaces y otros servicios médicos asistenciales (Misión Barrio Adentro), el embellecimiento de lugares públicos (Plan Bolívar 2000, ya concluido), la construcción de viviendas para cubrir el histórico déficit habitacional del país (Misión Hábitat), hasta una mejor distribución y almacenamiento de alimentos a precios más accesibles por medio de mercados y supermercados (Misión Mercal).

3.     Y misiones misceláneas, que incluyen la mejora de las condiciones de las etnias minoritarias y marginadas, representadas en los indígenas (Misión Guaicaipuro), agilización del trámite de los documentos de identidad del ciudadano común (Misión Identidad), y la promoción de las actividades agrarias para reducir la excesiva urbanización del país (Gran Misión AgroVenezuela).

 
 
 
 
 
 
 
En 2011 el gobierno lanzó cinco grandes misiones sociales para contribuir con el trabajo de programas ya existentes y alcanzar objetivos específicos en áreas como salud, empleo, vivienda, seguridad social y agricultura.
 
 

 

 
 
En conjunto, todas las misiones sociales están orientadas a reducir la pobreza y la desigualdad, dos problemas relacionados que aquejaron a Venezuela durante largo tiempo. A través de estos programas se proporciona ayuda y oportunidades a sectores históricamente marginados, incluyendo zonas urbanas y rurales pobres, pueblos indígenas, madres solteras, personas con discapacidad, trabajadores del sector informal, entre otros.
Entre 1999 y 2011 el gasto social del gobierno ocupó más del 60% de los ingresos fiscales, casi el doble de la cifra invertida en décadas anteriores. Y los resultados son claros:
 
 
 
 
 

 



Un problema serio, como en la mayoría de los países del mundo, en especial lo de economías emergentes, es la inflación. A pesar de ello, en los últimos años han habido algunos avances en su control:
 
 
 
 
A pesar de que se están mejorando los indicadores de delincuencia, el problema más grave, por las dificultades para el abordaje de las posibles causas a las que lograron asociarlo (hechos políticos), es el índice de homicidios:
 
 
El aumento del gasto social del último año -significativamente más alto que la evolución de la inflación- se ha concentrado en estos indicadores. Entre las misiones recientemente creadas se destacan Misióna Toda Vida Venezuela, para combatir la inseguridad (desde junio de 2012). Y la Misión Madres del Barrio, que desde 2006 tiene por objeto apoyar a las amas de casa que se encuentran en estado de necesidad, a fin de que logren –junto con sus familias- superar la situación de pobreza extrema y prepararse para salir de la pobreza en su comunidad, mediante la incorporación de programas sociales y misiones, el acompañamiento comunitario y el otorgamiento de una asignación económica. La idea es promover su incorporación a las actividades productivas y ayudarlas a organizarse para participar activamente del desarrollo del país.
 
Los convenios de cooperación siguen el espíritu de las misiones, en otros países. No fue gratuito que un emocionado Pepe Mujica –en una sentidas palabras en honor a Hugo Chávez- expresara que fue el jefe de Estado más generoso que conoció.
Con Cuba Venezuela ha firmado los convenios más reconocidos internacionalmente: la Misión Barrio Adentro, y la Misión Milagro Venezuela e Internacional, con el objetivo de formar un frente común contra las desigualdades, la exclusión y la miseria que reinaba en Venezuela. Por la primera, se promueve la construcción de un sistema nacional de salud pública que garantice la atención integral aún a los lugares más alejados de los centros urbanos. Por la segunda se provee el tratamiento médico quirúrgico para recuperar la vista.
 Venezuela ha recibido, además, como beneficio la formación de médicos para la satisfacer la demanda de médicos en los países pobres.
Con Argentina ha firmado 25 acuerdos de cooperación comercial y energética, entre otras. La mayoría de ellos están orientados a la participación de PDVSA con diversas empresas argentinas en el intercambio tecnológico, así como la creación de compañías mixtas para la potenciación del gas natural vehicular.
Además de otros convenios de cooperación con diferentes países, no puedo dejar de recordar la creación de Petrocaribe en 2005, como esquema de cooperación energética y social solidario. Los integrantes de la alianza pueden comprar petróleo a PDVSA a precios de mercado, haciendo un pago inicial de sólo el 5% y el remanente durante 25 años, a una tasa de interés del 1%. Petrocaribe es un motor esencial para el desarrollo económico de toda América Central y el Caribe.
Volviendo a la mirada pluripolar que asume la política exterior de Venezuela, entre los grandes objetivos históricos y nacionales que Chávez proyectaba en su Programa de la Patria 2013-2019,  se propone contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional para lograr el equilibrio que garantice la paz. Por ello Venezuela se propone continuar desempeñando un papel protagónico en la construcción de la unión latinoamericana y caribeña, fortaleciendo el ALBA y dinamizando los nuevos espacios como la UNASUR y la CELAC. Pero también se propone abrirse a los países del grupo BRICS.
Uno de los puntos respecto de estos objetivos se refiere a la formación de los cuadros que impulsarán estos espacios estratégicos de integración y cooperación regional, lo que habla –una vez más- de la importancia que Chávez le confería a la educación como condición para la participación política
Otros se refieren al fortalecimiento del Banco del Sur como institución para la integración financiera regional, y a la generación de una política permanente de financiamiento solidario para el impulso de encadenamientos económicos productivos con América Latina y el Caribe, para alcanzar la independencia económica, productiva y alimentaria regional.
En relación directa con su experiencia con las corporaciones mediáticas, le dedica una especial atención a los medios de comunicación públicos, como Telesur y Radio del Sur, para garantizar el reconocimiento de los procesos políticos de la región.
Por si no quedara suficientemente clara la concepción chavista respecto la integración regional con un sentido de Patria Grande, se propone como otro de los objetivos consolidar a Venezuela como proveedor de cooperación solidaria, sin pretensiones hegemónicas y bajo el principio de autodeterminación de los pueblos y la defensa de las minorías étnicas y los pueblos originarios.
Quiero destacar aparte los que la política chavista considera objetivos nacionales, porque muestran el alto grado de cohesión y coherencia interna. Copio textualmente:
4.4.1. Deslindar a Venezuela de los mecanismos internacionales de dominación imperial.

4.4.1.1. Denunciar los tratados multilaterales que limiten la soberanía nacional frente a los intereses de las potencias neocoloniales (Sistema Interamericano de Derechos Humanos, etc.).

4.4.1.2. Denunciar los tratados y acuerdos bilaterales que limiten la soberanía nacional frente a los intereses de las potencias neocoloniales (promoción y protección de inversiones).
4.4.1.3. Establecer las alianzas necesarias para neutralizar las acciones de las potencias neocoloniales en organismos internacionales.
4.4.1.4. Eliminar la participación de las instituciones financieras internacionales en los proyectos de desarrollo nacional.
4.4.2. Reducir a niveles que no comprometan la Independencia Nacional el relacionamiento económico y tecnológico con los centros imperiales de dominación.
4.4.2.1. Llevar a niveles no vitales el intercambio comercial con las potencias neocoloniales.
4.4.2.2. Llevar a niveles no vitales el relacionamiento con los circuitos financieros dominados por las potencias neocoloniales.
4.4.2.3. Reducir la participación de las potencias neocoloniales en el financiamiento de proyectos estratégicos para el desarrollo nacional.
4.4.2.4. Llevar a niveles no vitales la conexión de Venezuela a las redes de comunicación e información dominadas por las potencias neocoloniales.
4.4.2.5. Eliminar la dependencia de sectores estratégicos para el desarrollo nacional de redes de comunicación e información controladas por las potencias neocoloniales.
4.4.2.6. Llevar a niveles no vitales la participación tecnológica de las potencias imperiales en proyectos de desarrollo nacional.
4.4.2.7. Eliminar la participación tecnológica de las potencias imperiales en sectores estratégicos para la soberanía nacional.
4.4.3. Profundizar y ampliar el relacionamiento con los polos emergentes del mundo nuevo.
4.4.3.1. Incrementar la parte de las divisas emergentes en las reservas y en el comercio internacional de Venezuela.
4.4.3.2. Efectuar la porción mayoritaria del intercambio económico y comercial con polos emergentes del mundo nuevo.
4.4.3.3. Incrementar la participación económica y tecnológica de polos emergentes del mundo en proyectos de desarrollo nacional.
4.4.3.4. Establecer alianzas para la coordinación política y el intercambio económico entre mecanismos de unión del Sur de los diferentes continentes, con especial énfasis en los BRICS.
 
Comencé este ¿artículo? ¿nota? escribiendo que no quería escribir. Ahora estoy contenta de haberlo hecho. Sigo sintiéndome conmocionada por su enfermedad, su prematura muerte, el dolor de su pueblo. Sigo sintiéndome conmocionada por mi propio dolor, del que me he apropiado. Ya no me siento intrusa. Porque ya no soy una extranjera en su pueblo.
Es cierto, no fui –y por ello ya no puedo ser- una chavista de la primera hora. Pero también es cierto que, en cuanto comencé a prestarle atención, Hugo Chávez Frías me fascinó.
Todo en él llama a la fascinación. Su vida parece una novela épica del siglo XIX, y de las buenas. Ha sido un hombre de una mente brillante, una inteligencia clara, comprometido con un proyecto colectivo, y de un corazón amoroso para con su gente. Su pueblo. Ese del que, a través de la Patria Grande, de la Patria Bolivariana, también yo soy parte.
Durante estos años me he asomado al misterio de este hombre –sucesivamente- con recelo, con curiosidad, con fascinación, y con admiración. Hoy me descubro con la fe de los conversos. Ese tipo de fe en la que sólo hay lugar para abrirse al compromiso y al amor.
Diosdado Cabello describió magistralmente esa sensación: “Hay que estar junto a Chávez en una manifestación para vivir una experiencia mágica. A su lado recibes la energía de un pueblo enamorado de su líder. Eso es amor, chico, en un país cuyos gobernantes estaban tan desprestigiados y tan alejados del ser humano común.
Chávez fue más preciso: “Sencillamente soy un revolucionario”.
 
Por Viviana Taylor
 
Bibliografía:
Elizalde, Rosa Miriam; Báez, Luis: Chávez Nuestro. Casa Editora Abril. La Habana . Cuba. Circa 2004.
Chávez Frías, Hugo: Programa de la Patria 2013-2019. Propuesta del Candidato de la Patria Comandante Hugo Chávez para la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019.
Le Bolivarien. Periódico Informativo del Consulado de la República Bolivariana de Venezuela en Montreal. Número 17. Enero-Mayo 2012
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Índice de Desarrollo Humano2011.