martes, 17 de noviembre de 2015

Un aporte para una prospectiva sobre la Educación a partir del 22 de noviembre


Una mirada a las políticas de financiamiento
en Educación Superior
en la Provincia de Buenos Aires

El caso de la Región 9
(y su comparación con algunos datos de la Ciudad de Buenos Aires)


Por Viviana Taylor
La Provincia de Buenos Aires, con sus 15,9 millones de habitantes, tiene más población y más superficie que la mayoría de los países (que 125 de los 196 países) y concentra alrededor del 39% de la población argentina.
Por eso, para poder entender hacia dónde va la educación argentina, y cuál es el rumbo que va a tomar en los próximos 4 años de llegar Scioli a la presidencia, viene bien asomarse a la educación de la provincia de Buenos Aires.
Y como quizás para muestra basta un botón, voy a centrarme en la Región 9 (Moreno, Malvinas Argentinas, José C. Paz, San Miguel). ¿Por qué me parece significativa? Porque está en el segundo cordón del conurbano bonaerense, densamente poblada, con históricas carencias que comenzaron a ser atendidas con sistematicidad y respondiendo a un proyecto de desarrollo con inclusión recién durante los gobiernos kirchneristas, después de un largo olvido desde las dos primeras presidencias de Perón.
Por eso, esta región de esta provincia me parece un buen ejemplo para proyectar la dirección posible de algunas acciones concretas de política educativa, con impacto directo y real en las personas.  
Y como mucho se ha hablado de la formación de los docentes en relación con la mejora de la calidad de la educación, voy a focalizar en la inversión presupuestaria realizada durante este año 2015 en Educación Superior en la Región 9 de la Provincia de Buenos Aires.

Comencemos con algunos datos generales referidos a la oferta académica.




 Sigamos con la cantidad de estudiantes y cuántos perciben programas y becas que posibilitan el acceso y la continuidad de sus estudios superiores:



 
 

Si los desglosamos por instituto, para que las cantidades no nos abrumen y podamos ver cuántos de ellos asisten a cada uno:
 
No es un detalle menor aclarar que para que estas becas puedan llegar a todos se ha creado un nuevo cargo para cada instituto: Coordinador Institucional de Políticas Estudiantiles (CIPE). Los CIPEs articulan las acciones necesarias para que la información esté disponible para todos los estudiantes del instituto al que pertenecen, y realizan las gestiones que posibilitan el acceso a las becas a quienes las demandan.
 
 
Además, estos institutos han sido objeto de inversión presupuestaria para infraestructura, equipamientos y materiales… pero también para la oferta de postítulos que, en relación con otros programas y planes –como el Plan Nacional de Formación Permanente Nuestra Escuela- constituyen y concretizan la formación permanente de los docentes.
 



 
 







 
 
 

Estos números son apenas un detalle. Los he tomado para divulgarlos porque son los que suelen quedar invisibilizados, incluso para muchos docentes que –por ejemplo- desconocemos cuántos de nuestros estudiantes comparten con nosotros la cotidianeidad académica gracias a las becas que sostienen la continuidad de sus estudios. O que no reparamos –porque durante estos años lo hemos naturalizado- en la permanente provisión de nuevos recursos y materiales.
Pero estos números, que de por sí son sumamente significativos y relevantes, no están contemplando los subsidios por $80.000 que recibieron las escuelas (no sólo institutos superiores) en diciembre de 2014 para reparaciones edilicias y que –gracias a las obras que se realizaron durante el verano, con el compromiso de muchos equipos directivos que no se tomaron las vacaciones para poder controlarlas- permitieron que docentes y estudiantes se encontraran a la vuelta de sus vacaciones con sus escuelas en mejores condiciones que como las habían dejado en diciembre. Por citar un ejemplo, el edificio que comparten la unidad académica de la Escuela Normal Superior de San Miguel (ex Nacional) y la EES 6 Juana Manso en San Miguel percibió el subsidio para cada nivel (sin contar con el Jardín 913, ya que se estaba construyendo el nuevo edificio que ya fue inaugurado en septiembre) con lo que las  reparaciones y mejoras edilicias contaron en realidad con $320.000.
Estos números tampoco contemplan los viajes a Tecnópolis, en Mi Primer Vuelo y la visita a ciudades turísticas (estos dos últimos durante dos días, con alojamiento en hoteles con pensión completa) en los FFCC recuperados que hicieron muchísimos contingentes de estudiantes, sin otro esfuerzo que el de subirse a los medios de transporte que los llevarían y traerían. Ni los viajes de egresados para chicos que no hubiesen podido acceder a ellos de otro modo. Ni el encuentro de Jóvenes y Memoria –que se está realizando en este mismo momento en Chapadmalal y donde nuestros jóvenes muestran y se muestran el trabajo realizado durante el año en talleres realizados en centros de agrupaciones políticas y comunitarios, universidades, y escuelas fuera del horario escolar-. Ni el trabajo desde los Patios Abiertos y los Centros de Actividades Juveniles que llenan tantas escuelas los días sábado, con actividades recreativas, deportivas y educativas que son una alternativa para el ocio y el tiempo libre.

Frente a estos datos, ¿cómo se posiciona Mauricio Macri al frente de la alianza PRO/Cambiemos?
Vayamos a algunos ejemplos bien puntuales: hace apenas unos días, a través del Decreto 2358/15, el Gobierno Nacional promulgó la Ley de Implementación Efectiva de la Responsabilidad del Estado en Educación Superior (más conocida como Ley Puiggrós) por la cual el Estado Nacional garantiza la gratuidad de la educación universitaria y los estados provinciales y la Ciudad de Buenos Aires garantizan la de la educación superior (los institutos superiores de formación docente y técnica), considerando a la educación un “bien público” y un “derecho humano”.
El 5 de junio de 2013 esta ley había obtenido media sanción en Diputados, cuando el único bloque que se opuso fue el del PRO, del que formaban parte la ahora candidata a vicepresidente Gabriela Michetti, y un eventual candidato a ministro de economía Alfonso Prat Gay. El diputado Eduardo Amadeo, que por entonces pertenecía al bloque Frente Peronista y ahora está en Cambiemos se opuso al proyecto porque consideró que en la universidad pública “hay una invasión de extranjeros y de gente que viene de la escuela privada”. Cuando hace unos días se volvió a debatir la ley en el Senado, el candidato a presidente Mauricio Macri ya había cambiado su discurso en los medios (aunque no así “puertas adentro” entre quienes considera afines a sus propuestas) y por eso, aunque el bloque de senadores del PRO había adelantado que votaría en contra,  a último momento los dos senadores que lo componen (Gabriela Michetti y Diego Santilli) se retiraron del recinto, por lo que figuran como ausentes.
No debemos olvidar que, además, este año 5000 niños volvieron a quedarse fuera de la escuela pública en la Ciudad de Buenos Aires, a la par que se cerraban grados y se perdían cargos docentes por supuesta falta de matrícula. Ni podemos obviar contextualizar estos datos en un presupuesto educativo del cual el 16% se destina a la educación privada mientras que apenas el 1,8% a la infraestructura escolar pública (las transferencias a la educación privada se incrementaron 291% entre 2007 y 2013, coincidiendo con el primer mandato y parte del segundo de Macri como Jefe de Gobierno de la Ciudad, mientras que la inversión en infraestructura y equipamiento bajó un 55% entre 2001 y 2012, y volvió a bajar otro 19% entre 2012 y 2013).

Con dos botones de distinta muestra, alcanza para comparar. Y aquí tenemos varios.
Viviana Taylor