sábado, 30 de julio de 2016

Macri en la inauguración de la Exposición Rural Argentina



Una historia de amores y de espantos



Por Viviana Taylor

Esta mañana Macri participó de la inauguración de la nueva edición de la Exposición Rural, que coincide con el 150º aniversario de la creación de la Sociedad Rural Argentina (SRA) mientras se desarrollaba la oprobiosa guerra contra el Paraguay. Y los medios corporativos, casi con goce orgásmico, celebran cual coristas sobreexcitadas la presencia presidencial destacando que termina con 14 años de ausencias y 12 de enfrentamientos presidenciales, como si tal elogio diera cuenta de una virtud.

Desde su creación en 1866, estas exposiciones fueron el termómetro que mejor midió la relación entre cada gobierno y los  intereses concentrados de la corporación agroganadera.
Por entonces, tras apenas dos deliberaciones en el solar de Eustaquio Torres Agüero, se efectivizó la creación con la firma de:
 José Martínez de Hoz (cuyo nieto homónimo -90 años después- fue uno de los ideólogos de la política social y económica,  y  Ministro de Economía durante la Dictadura genocida entre 1976 y 1981; y cuyo bisnieto está asociado con el gobierno de Macri a través de uno de sus socios, que ocupa la Presidencia Nacional de Producción Industrial).
El unitario Eduardo Olivera, quien había vuelto de un viajecito a Europa fascinado con la idea de una exposición rural como la que había visitado en la ciudad inglesa de Birmingham, por lo que había organizado la Exposición Agrícola Rural Argentina de 1858, con presencia del entonces Gobernador bonaerense Valentín Alsina. Esta primera exposición rural fue el antecedente de las que luego organizaría la SRA.
Ricardo B. Newton, el introductor del alambrado;
Jorge R. Stegmann, Jorge Temperley, Mariano Casares y otros.

A partir de entonces la entidad (una asociación patronal que representa al sector más tradicional de propietarios de tierras dedicadas al negocio de la agricultura y la ganadería) se constituyó en la columna vertebral de una Argentina con marcado sesgo agrícola-ganadero y exportador de materia prima, y en la propulsora de las administraciones gubernamentales que le resultaran afines a sus intereses. Por supuesto, con la misma vehemencia con que propulsó a unas, combatió a otras: las que representaban intereses más cercanos a las necesidades populares y a un modelo de desarrollo e industrialización.
Justamente su lema -“Cultivar el suelo es servir a la patria”- nos permite confrontar el modelo propuesto con la Zoncera Nº 33 del Manual de Zonceras Argentinas de Arturo Jauretche, ya que la SRA da por sentado que únicamente se debe servir a los intereses del mercado internacional: “comprar a quien nos compra”. Así, por zoncera (¿o complicidad?) desde su fundación y hasta bien entrada la década de 1940, promovió el intercambio con Inglaterra (nuestro comprador de materias primas) y a quien como retribución le comprábamos las manufacturas y sus derivados. Este ha sido, desde siempre, el diseño de la división internacional del trabajo concebido por los anglos, y que sigue impulsando la SRA, sólo que cambiando el lugar de Inglaterra por el de EEUU y la Comunidad Europea. Un modelo de dependencia económica que convierte en una falacia formal la independencia política, que tanto se esforzaron por acotar.

Volviendo a aquellos primeros tiempos fundacionales, la Confederación Argentina transitaba de una industria saladeril estrechamente ligada a las estructuras de la estancia vieja, a otra más moderna que consistía en la importación y cría de razas vacunas (principalmente la Hereford, Aberdeen Angus, Tarquino y Herdforshire) agrupadas y organizadas en cabañas. A este tránsito se le sumó la invención y el perfeccionamiento “del sistema de enfriado (chilled beef)” y el consecuente auge de los primeros frigoríficos.
Así, el primero de estos establecimientos que existió en nuestro país databa de 1883, levantado en la ciudad de Campana (Pcia de Buenos Aires) de donde salieron los envíos regulares de carne argentina a Inglaterra, principal cliente de los frigoríficos argentinos.  No casualmente se llamaba The River Plate Fresh Meat Co. Ltd. Un año más tarde -en 1884- se levantó el segundo frigorífico: La Negra.


Claro que para que estos cambios contribuyeran a la consolidación de la Sociedad Rural Argentina, antes fue necesario que jugara un importante papel en ese genocidio que dimos en llamar Conquista del Desierto, gracias a la que se hicieron de 18.668.000 hectáreas de las mejores tierras del sur bonaerense, de La Pampa, parte de Río Negro y sur de San Luis, que repartieron entre sus principales familias con el único compromiso de exterminar a sus pobladores. Por si no quedó claro, tierras que pagaron con la sangre de los indios, haciendo realidad el precepto sarmientino de que sólo para abonar la tierra sirve la sangre chusma criolla incivil, bárbara y ruda, descendientes de guaraníes, indios salvajes y esclavos.

De esta historia fundacional viene el sesgo de su gran y permanente influencia política: varios de sus miembros han sido –y son- funcionarios de diferentes gobiernos, mientras que ha mantenido relaciones conflictivas con los de Hipólito Yrigoyen (cuyo ministro de Agricultura Juan Fleitas fue abucheado e insultado, hecho que el diario La Nación interpretó que se trataba del “preanuncio de la revolución (sic) contra Yrigoyen", lo que efectivamente ocurrió 6 días después); de Juan Domingo Perón (haciendo una férrea oposición a su Estatuto del Peón Rural, y organizando un lockout en 1945 contra la sanción del aguinaldo); a través de los paros patronales de octubre de 1975 y enero de 1976 –durante del gobierno de María Estela Martínez de Perón- que desabastecieron de alimentos a la población y colaboraron en agravar el clima social que facilitó el golpe de estado de marzo de 1976;mde Raúl Alfonsín (a quien abuchearon en 1988 en la inauguración de la Exposición, respondiendo con un durísimo discurso en el que los acusó de “actitudes fascistas” y retirándose sin inaugurar la muestra); y al de Néstor Kirchner y muy particularmente al de Cristina Fernández de Kirchner, contra quien realizaron el paro agropecuario de 2008.
Asimismo, han mantenido históricamente relaciones conflictivas con los arrendatarios y pequeños propietarios enrolados en la Federación Agraria Argentina, que nació en 1912 para dar origen a una organización gremial representativa en el hecho históricamente recordado como  el Grito de Alcorta. Federación que –sin embargo- se alió a sus intereses (que no le eran propios) durante el mencionado “conflicto con el campo” que fogonearon la SRA y la oposición política más reaccionaria contra el gobierno de Cristina Fernández de Kircher durante su primer mandato, en 2008.

Lejos está el actual presidente Mauricio Macri de estas disonancias con los patrones del campo. Ya en septiembre 2010 había elegido el contexto del Congreso del movimiento agropecuario CREA –celebrado en Córdoba- para anunciar entre sus muchas promesas inclumplidas la que sí cumpliría: la eliminación de la mayoría de las retenciones. En aquel momento también les anticipó lo que ha llevado a la mismísima gestión de gobierno: “Hoy el campo se ha convertido en el protagonista del sistema político”, los arengó.
Hoy, en su discurso de inauguración de la Exposición Rural, el propio Macri reafirmó que "Desde hace 7 meses trabajamos en el Gobierno para que el campo sienta que se le ha sacado la pata de encima y que se le está tendiendo la mano. El campo es mucho más de lo que puede producir o los impuestos que puede pagar. Es nuestro emblema, nuestra cultura. Para mí el campo es un ejemplo de solidaridad.” Y como la formación histórica no es lo que lo destaca, cometió  la barbaridad de terminar la frase acotando “Por algo gauchada viene de gaucho", olvidando que los patrones del campo frente a los que hablaba no son precisamente quienes se identifican con la figura del gaucho, víctima de sus abusos desde hace 150 años, cuando los exterminaron junto a los indios bajo ese principio de que la barbarie es el campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho. Hasta en estas frases de forma para darle color al discurso se le cuela la desmemoria, la falta a la verdad y la injusticia.

Entre estas frases se despliega cuánto se ha avanzado en apenas unos meses en el proceso de restauración conservadora en marcha: desde aquel modelo agroexportador y excluyente, inicialmente asumido, que jamás derramó (a pesar de las ¿ingenuas? expresiones de Buryaille) sobre el pueblo argentino llegamos hasta acá –con algunos más o menos breves intermedios populistas que fueron históricamente cercenados-. Y, como el cangrejo, hacia la restauración de aquel modelo vamos yendo.  
Quizás por todo esto, hoy el presidente de la SRA Luis Etchevehere arengó  impúdicamente el sí se puede que es el lema del cambio de futuro por pasado. Y –tan entusiasmo como si estuviese nuevamente acompañado por Aramburu– pidió cárcel para quienes “saquearon la República” durante el kirchnerismo. Y fue como otras veces ha sido. Como cada vez que llegaron con la fuerza de las botas.  Sin la más remota intención de que sea Cristina quien se les escape. Ni siquiera por el ¿atenuante? de haber vuelto con los votos. Hasta me atrevo a afirmar que Cristina no sólo es quien  más odios les ha despertado en su siglo y medio de historia, sino que esta vez se sienten especialmente legitimados para arrasar con todo lo que ella es y representa. Y no se privan de hacérselo saber, cuando los nubla la convicción de que esta mujer dos veces presidenta es –como ningún otro político- presidenciable.
Ni en estos buenos momentos pueden desprenderse de su sed de venganza. Es de estos buenos muchachos que el Pueblo debe cuidarse: no importa cuánto se atiborren, siempre permanecen sedientos.
Viviana Taylor

Casi como una nota al pie, cabe no olvidar que en julio de 2015 los camaristas Ricardo Pinto, Juan Cicciaro y Mariano Scotto ratificaron los procesamientos de Raúl Etchebehere (actual presidente de la SRA), Juan María Anchorena, Carlos Sánchez, Hugo Pifarré, Rubén Lusich, Horacio Foster, Rodrigo Arboleda Halaby, Eduardo Ordoñez, Mario Eijo de Tezanos Pinto, Néstor Eijo, Juan Ravagnán, Vicente Francos, Luis Walter, Juan Carlos González, Carlos Simone y Jaime Bernasconi (directivos de la Sociedad Rural y exdirectivos del Banco Provincia) en la causa por fraude, ya que gestionaron y obtuvieron un crédito de 106 millones de dólares del Banco Provincia en el que entre otras irregularidades presentaron documentación que incluía gastos preoperativos.
Se trata de una causa derivada de otra, en la que el Juez Federal Sergio Torres investiga al expresidente Carlos Menem y a otros imputados por haber vendido a precio vil el predio ferial de Palermo que ocupa la Sociedad Rural: por un precio mucho menor a la mitad de su valor real, que tampoco se terminó de pagar.

Y una joyita histórica para comparar: Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas, presidente y vicepresidente de facto de la Revolución Fusiladora (autodenominada “Libertadora”), asistieron a la Exposición Rural. Su por entonces presidente Juan José Blaquier –tal como Etchevehere hoy a Macri- los recibió con un fervor particular que respondía a dos medidas adoptadas por el gobierno militar: la devolución de las instalaciones de la Sociedad Rural de Palermo, que en 1951 habían sido transferidas a la Fundación Eva Perón, y la restitución de la potestad de la patronal rural sobre los Registros Genealógicos de ganadería, que habían sido nacionalizados por Perón.


Los mismos amores, los mismos odios.
No es la historia que vuelve: es lo no resuelto que se repite.
V.T.