La
Saga Continúa
(No
hay dos sin tres)
Viviana Taylor
Finalmente, esta madrugada se aprobó
una de las leyes necesarias para concretar la transferencia de recursos desde
los bolsillos de los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad
hacia las élites concentradas del poder real. Digo que una de las leyes
necesarias porque este pretendido ahorro
conduce a un botín todavía mayor. Y la vía de transferencia de ese botín hacia
las arcas de los ladrones se intentará habilitar a través de la reforma
tributaria.
No es casualidad que esta misma tarde
se debata la segunda ley de esta tríada expoliadora: la reforma tributaria
contiene un artículo que es el tiro de gracia para desfinanciar la ANSES.
Tríada que intentarán completar con la reforma laboral.
Voy por partes. Pasemos a los datos
para que quede más claro de qué estoy hablando.
La ANSES se ocupa del pago de
jubilaciones, pensiones, Asignación Universal por Hijo (AUH) y por embarazo,
seguro de desempleo, pensiones no contributivas, retiros y pensiones de las
Fuerzas Armadas y de Seguridad, y de los Veteranos de Malvinas, más otros
gastos de seguridad social.
Los fondos para responder a estos
gastos se conforman con los aportes de los trabajadores, las contribuciones
patronales, más un porcentaje de la recaudación de ganancias (20%), del IVA
(11%) y otros impuestos (combustibles, adicional a los cigarrillos, etc).
Esta tarde (la sesión está llamada para
las 17hs) se intentará aprobar la reforma tributaria. Aunque merecería mayor
dedicación, me voy a concentrar en un artículo que está pasando inadvertido en
la mayoría de los análisis, pero que revela su extraordinaria importancia a
partir de la reciente aprobación del robo a jubilados, pensionados y
beneficiarios de la seguridad social. Justamente, esta artículo habilitará a
que quienes pagan impuesto a las ganancias puedan derivarlo a un fondo de
pensión privado. Dicho en otras palabras: si de mi sueldo se descuentan $1000
por ganancias, puedo solicitar que esos $1000 sean transferidos a una cuenta de
un fondo de retiro con capitalización individual. O sea, a las viejas AFJP.
Parece un beneficio. Y de los grandes:
el impuesto de todos modos me lo descuentan, así que si puedo transferirlo a un
fondo de pensiones es como si me regalaran una pensión futura por la que no
tengo que pagar nada adicional. ¿Qué puedo perder? Suena tan ventajoso que
hasta San Cayetano desconfiaría.
Primero, lo que podés perder -en lo
inmediato- es resultado de que este artículo es casi una confirmación de que
cuando este gobierno accedió encabalgado en la promesa de la eliminación del
impuesto a las ganancias para la 4ª categoría, mintió. Si tuviese alguna
intención de eliminarlo, este artículo no tendría razón de ser, salvo que hayan
cometido un error. Y en cuestiones económicas y financieras no cometen errores:
aún en las decisiones más desastrosas para el colectivo, en lo personal nunca
salen desfavorecidos. De hecho, es más bien todo lo contrario.
Si estás pensando que “perdido por
perdido, por lo menos lo capitalizo”, pasemos a lo segundo: esos $1000 se
transfieren a una AFJP (voy a llamarle de este modo porque es un nombre que ya
tenemos internalizado, aunque seguramente le pondrán otro para intentar fisurarlas
de nuestra experiencia) que cobrará una comisión por su administración. Cuando
las hubo, la comisión promedio era del 30%. O sea que nos quedan $700,
suponiendo que la comisión ya incluya “otros gastos administrativos”. Esos $700
son invertidos por la AFJP y lo que generen depende de la rentabilidad. La GRAN
ESTAFA argentina fue que muchos de estos fondos manipulaban las inversiones a
su conveniencia: invertían en acciones que si generaban ganancias pasaban a
formar parte de su propia cartera, mientras las que generaban pérdida eran
transferidas a los fondos de pensión. O sea, esos $700 a veces rendían alguna
ganancia, muchas veces rendían pérdida (ya que eran los que realmente corrían
el riesgo de la inversión), y como resultado las más de las veces si quedaba un
saldo positivo no alcanzaba para compensar la pérdida por inflación. Este es un
régimen que sólo funciona en sistemas económicos estables con tendencia a la
prosperidad, en los que se aporte el máximo tiempo posible con la mínima
sobrevida esperable. La razón es simple: esos fondos se agotan. Cuando mes a
mes se retira lo programado, la cuenta va bajando. Es un régimen de
capitalización individual: si uno deja de aportar y comienza a retirar, sucede
lo mismo que con cualquier cuenta de ahorro. Y esto considerando que estamos
contando con administradoras honestas, por supuesto.
Tercero: Mauricio Macri ganó la
presidencia prometiendo que “no te vamos a quitar nada de lo que tengas”, así
que nadie está hablando de que te vayan a quitar tu derecho a la jubilación. O
sea que, puedas o no acceder al régimen de capitalización individual, vas a
poder jubilarte. O algo así: seguramente habrás oído cuánta prensa le están
haciendo a una “pensión universal a la vejez”. Para mí, que soy una obsesiva
del lenguaje, si se dice de otra manera se trata de otra cosa. Pero son cosas
mías… y todavía no la han legislado. Todavía: ayer en el debate fue el
caballito de batalla de Carrió y varios de sus secuaces, así que cuando llegue
el momento, agarrate si todavía te queda algo de dónde hacerlo. Lo concreto,
HOY, es que según la ley que se acaba de aprobar vas a jubilarte con un haber
menor al que se calculaba hasta ayer, y con una movilidad también menor -incluso
inferior a la inflación- lo que va a llevar a que ese haber ya degradado siga
degradándose progresiva y sostenidamente. Claro que si tenés un ingreso
adicional por el régimen de capitalización individual al que transferiste tus
impuestos por ganancias, por ahí compensás… Siempre va a ser mejor tener algo
más que no tenerlo (bah, depende de qué tengas, pero pongámosle). Pero…
Cuarto: Como el impuesto a las
ganancias financia en parte los fondos de la ANSES, cada trabajador que lo
transfiera a una cuenta de capitalización individual va a estar sacándoselo. O
sea, los va a estar descontando del fondo que financiará su jubilación: la
única que tiene asegurada por ley de por vida, porque es un régimen solidario
de reparto, y no de capitalización individual. Cuando te jubiles (o te otorguen
la pensión a la vejez, lo que sea que eso signifique) y ese fondo esté
totalmente desfinanciado, entre otras cosas (como la reiteradamente anticipada
quita a los aportes patronales) porque los trabajadores transfirieron ese
recurso a las administradoras, ¿va a ser capaz de compensar con lo que te quede
después de la apropiación por parte de las aseguradoras de ese dinero que les
transferiste? Ya va a ser tarde para darte cuenta de que en realidad lo que
estuviste haciendo fue colaborar en transferir a las AFJP fondos cuyo
destinatario era la ANSES. Fondos que, si no hubieses transferido, te habrían
garantizado un mejor haber jubilatorio, pérdida que de ninguna manera se
compensará con la miseria que te van a dar, ni guardará proporción razonable
con lo que transferiste. En ese momento, quizás hasta agradezcas que la
acumulación de pérdidas/estafas no te obligue a ser vos quien tengas que seguir
pagándole a la AFJP por el saldo negativo en tu cuenta. Esperemos.
Este artículo, casi inadvertido, de la
ley de reforma tributaria que se debatirá esta tarde en Diputados, es la
instalación del caño por el que se desagotarán parte de los fondos de la ANSES
hacia las administradoras de seguros de jubilaciones y pensiones. Sumale la
quita a los aportes patronales, y la combinación es fatal.
Lo interesante va a ser ver quiénes van
a estar en primera fila para constituir esas administradoras. Aunque no creo
que sea difícil preverlo. La historia nos puede ayudar, porque hay nombres que
se repiten.
En la década de 1990, con el segundo
desembarco de las recetas neoliberales a nuestro país (el primero había sido
con José Martínez de Hoz en 1976), comenzó a instalarse el criterio de que la
previsión social no debe tener como función la redistribución de ingresos sino
el fomento del mercado de capitales a través de un régimen obligatorio de
capitalización individual. El allanamiento de ese camino hacia la privatización
del sistema previsional lo inició el entonces Ministro de Trabajo Jorge Alberto
Triaca, padre del actual ministro de quien heredó mucho más que su nombre,
durante la presidencia de Carlos Menem.
De las 26 compañías que comenzaron a
operar en 1994, en 2008 sólo quedaban 10, 4 de las cuales eran propiedad de
bancos y 2 de compañías de seguros. Estas 10 compañías constituyeron un
oligopolio que les permitió mantener costos altos (como dije antes, un 30%
promedio como comisión de administración) sin mejora de servicios.
Cuando el Estado necesitó endeudarse lo
hizo vendiéndoles a las AFJP bonos con tasas de interés muy altas. Esta
colocación de bonos alimentó el proceso recesivo, ya que a los bancos les
convenía prestarle dinero al Estado a través de sus AFJP antes que al sector
privado, que tenía enormes dificultades para poder conseguir préstamos a tasas
que no fueran exorbitantes. Todo parecido con el caso de las LEBACS no es pura
coincidencia, sino continuidad ideológica y estratégica.
A lo largo de este proceso de
depredación, la AFJP se apropiaron de unos 100 mil millones de dólares de
comisiones (un número que se repite, aunque en pesos, en el nuevo robo a los
jubilados que esta madrugada se acaba de legalizar). Como consecuencia, sólo el
23% de los jubilados por este sistema pudo cobrar enteramente sus haberes de
las AFJP.
Paralelamente, se desguazaba el sistema
de reparto: en sus tiempos de Ministra de Trabajo, Patricia Bullrich impulsó y
firmó el decreto que estableció la reducción del 13% a los haberes de los
trabajadores estatales y de las jubilaciones cuyos montos fuesen mayores a 500
pesos argentinos convertibles a dólares estadounidenses. Durante su gestión, el
desempleo se elevó del 15 al 25%, agravando más el desfinanciamiento del
sistema de jubilación estatal. Esta vez a Bullrich no le tocó estar del lado
del Ministerio de Trabajo, vehiculizando estas supuestas reformas que no son
más que una brutal transferencia de recursos al sector financiero: le tocó
comandar la represión salvaje para contener la protesta social.
¿Cómo les fue posible hacerlo?
Las AFJP
estaban fiscalizadas por la Superintendencia de Administradoras de Fondos de
Jubilaciones y Pensiones, dependiente del Ministerio de Trabajo. Lejos de
vigilar que cumplieran con las leyes respecto de los aportes jubilatorios y las
pensiones, la Superintendencia hizo vista gorda a las irregularidades y les
condonó las multas millonarias fruto de estas irregularidades.
Posteriormente, terminado el ciclo de
complicidad favorecido por el modelo neoliberal sostenido por Menem y De la
Rúa, durante la presidencia de Néstor Kirchner y la primera de Cristina
Fernández de Kirchner hubo investigaciones judiciales por delitos de índole
económica contra varias empresas y AFJP por el desvío de los fondos (peligro
contra el que alerto en el segundo punto de mi enumeración, más arriba).
El caso paradgmático fue la distorsión
de precios de las acciones del Grupo Clarín compradas por las AFJP, que fraguó
una salida a la Bolsa con precio inflado. Cuando las administradoras las
incorporaron a sus carteras el precio se desplomó, con una pérdida catastrófica
que se descontó de las cuentas de los aportantes. Por este delito el por
entonces titular de la Unidad de Información Financiera (UFI) José Sbatella
presentó el 7 de julio de 2010 una denuncia penal por estafa y asociación
ilícita contra el Grupo Clarín, Banco Patagonia, Consultatio y el banco JP
Morgan como agente colocador. El testimonio clave para desenmascarar la
operación lo aportó el ex vicepresidente del JP Morgan Hernán Arbizu, quien se
autodenunció por la maniobra a la que calificó como “un saqueo a las AFJP”, que
había sido realizada durante los primeros meses de 2007. En ese momento, la por
entonces fiscal de la Cámara Comercial Alejandra Gils Carbó había dictaminado
en contra de la oferta realizada por el Grupo, en la que había constatado
irregularidades.
Finalmente, el 21 de octubre de 2008 la
Presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el proyecto de ley para
terminar con el sistema de jubilaciones privadas y reemplazarlo por un único
régimen estatal de reparto. “Venimos a esta reunión a dar nacimiento al
sistema previsional argentino, un sistema de reparto de base solidaria y de
administración estatal” dijo en su presentación Amado Boudou, titular
de la ANSES e ideólogo del proyecto, al comenzar el acto. Ese mismo día fue
enviado al Congreso, con la firma de la Presidenta, el Ministro de Trabajo
Carlos Tomada y el Jefe de Gabinete Sergio Massa.
Se entiende el odio fraguado a llama viva
que el Grupo Clarín guarda para con estas personas, sus enemigas íntimas. Tanto
como se entiende por qué Massa es, entre ellas, la excepción que confirma la
regla.
Comencé este artículo diciendo que la
ley aprobada esta madrugada es la primera de una tríada necesaria para la
transferencia de recursos desde los bolsillos de los trabajadores y los sectores
más vulnerables de la sociedad hacia las élites concentradas del poder. Tanto
es así que esta misma tarde, a las 17hs, se inicia el debate de la reforma
tributaria.
La victoria que lograron esta madrugada
(así como la que probablemente logren esta tarde) será indudablemente sin
gloria. Una victoria lograda a golpes de extorsiones, complicidades y
traiciones; a espaldas del Pueblo, con ocultamientos y mentiras que se fueron
desarticulando a lo largo de la tarde y provocaron esa multitud impensada que
marchó hacia el Congreso a la noche, cuando no había sido convocada más que por
la convicción de su propio sentido de emergencia. Una victoria que no condice
con el nerviosismo y la falta de cohesión discursiva del Presidente Mauricio
Macri en la conferencia de prensa brindada hace apenas un par de horas, cuyo
relato ya no es suficiente para ocultar lo que sucedió. A pesar de los ingentes
esfuerzos de los medios cómplices.
Una victoria sin gloria.
Que sea una victoria a lo Pirro.
Que
ninguno de los extorsionadores, de los cómplices ni de los traidores salga
indemne. Que carguen con el costo político que ser lanzados al ostracismo. Que
sea un nuevo “que se vayan todos”, pero que esta vez lo sea en serio: que
cuando cumplan su mandato no vuelvan a ser admitidos en las urnas.
Cuando seamos capaces de volver a
darnos un gobierno que mire por los trabajadores y los sectores más vulnerables
de la sociedad, un gobierno que no expolie los haberes jubilatorios y las
pensiones mientras quita los remedios y prestaciones médico-asistenciales, que
no meta la mano en la AUH mientras empuja a sus padres al desempleo y aumenta
la mortalidad infantil, que no descuide a las embarazadas ni reniegue de los
Veteranos de Malvinas mientras entrega a cambio de negocios propios lo que
defendieron con su vida, que no desfinancie el Plan Progresar mientras cierra
puertas al futuro para los jóvenes… Cuando seamos capaces de volver a un
gobierno por nosotrxs y para nosotrxs, revirtamos estas leyes de la infamia, y
consolidemos el Estado de Derecho en una Patria justa, inclusiva, libre y
soberana.
O asumamos que nuestra falta de
conciencia política y social es más fuerte que nuestra dignidad, y dejemos de
cantar que “coronados de gloria vivamos o juremos con gloria morir”.
Viviana Taylor